‘The Fast and the Furious’, la historia de una saga a todo gas

Nadie podía imaginar lo que se gestaba con el estreno de la primera entrega en 2001: una franquicia que ha pasado de la velocidad a la acción pura y dura.

fast & furious
Charlize Theron y Vin Diesel.

La primera década del siglo fue un momento cuando menos pintoresco: la música electrónica estaba al alza, se gestó el reguetón, los raperos estadounidenses pusieron de moda la ropa ancha y las cadenas de oro y diamantes, las mechas estaban a la orden del día y el tuning explotó como fenómeno underground. Y en el meollo de todas esas tendencias apareció una película que las aunó y catalizó para llevarlas a su máxima popularidad: ‘The Fast and the Furious’, traducida como A Todo Gas en España.

Una cinta sin excesivas pretensiones, creada para entretener y que combinaba de manera hábil una trama policial con el mundillo de las carreras ilegales y las preparaciones de coches. Poco se podían imaginar Paul Walker y Vin Diesel el camino que abrirían con la primera de sus aventuras: 16 años después, hoy se estrena la octava entrega de la saga, Fast & Furious 8, que arranca con una espectacular carrera en las calles de La Habana.

Todo empezó en 2001. Al éxito económico y en taquilla, una recaudación de casi 208 millones de dólares con un presupuesto de solo 40, se sumó un interés sin precedentes por el mundo del tuneo que se extendió a otros muchos medios.

Las publicaciones sobre el tema se multiplicaron (en España, revistas como Maxi Tuning poblaban los quioscos), programas como Pimp My Ride empezaron a emitirse  y en el mundillo de los videojuegos salieron títulos hasta de debajo de las piedras (Need For Speed Undeground insufló un nuevo aire a la franquicia, Juiced o RPM Tuning).

Con tal situación, desde Universal, la productora, no tardaron mucho en lanzar la secuela, ‘2 Fast 2 Furious’, que se estrenó en 2003, aunque ya sin Diesel en pantalla y con solo Walker como representante del reparto original.

Llevó la misma fórmula un paso más allá, multiplicando el protagonismo de los coches, su número de apariciones y la espectacularidad de las escenas de velocidad con una trama que volvía a infiltrar a O’Conner en una organización criminal. Fue la primera aparición de personajes como Roman Pearce (Tyrese Gibson) y Tej Parker (Ludacris) que, a la larga y aunque todavía no se supiera, pasarían a ser habituales en la saga.

Para la tercera entrega, con todas las caras visibles de la franquicia alejadas del proyecto, Universal barajó la opción de convertirla en una antología, un conjunto de películas unidas por la marca y por su temática relacionada con la velocidad y las carreras, pero sin ninguna conexión argumental.

El resultado fue ‘The Fast and the Furious: Tokyo Drift’ (2006), que trasladaba la acción a Japón y a las competiciones de derrape. Denostada en su día (es la que menos ha recaudado de toda la saga), la inclusión de última hora de un cameo de Dominic Toretto fue un punto de inflexión que marcó el devenir de las siguientes películas.

La vuelta de Vin Diesel como productor y con casi un poder total sobre la franquicia dio una vuelta de tuerca a A Todo Gas orientándola en una dirección que quedó patente desde ‘Fast and Furious (2009)’: los coches seguían estando presentes, pero la acción empezaba a ganar un peso importante. Y esta nueva fórmula no pudo funcionar mejor: con 363 millones de dólares recaudados en todo el mundo se convirtió en la más taquillera de la saga, aunque solo fue el principio.

Desde entonces se ha apostado todo al más y mejor: más presupuesto, más acción y más espectacularidad; en una escalada que durante ‘Fast 5’ (2011), ‘Fast & Furious 6’ (2013) y ‘Furious 7’ (2015) ha llevado a ver escenas cada vez más fantasiosas con presencia de vehículos blindados, tanques, lanzamientos desde aviones o saltos imposibles entre las torres más altas de Dubái. Fichajes como Dwayne ‘La Roca’ Johnson o Jason Statham dejan patente el cambio de aires y el nuevo enfoque.

Por el contrario, los mayores perjudicados en estas últimas entregas han sido, sin duda alguna, los coches. ¿Han desaparecido? No, pero han pasado de ser el centro de la franquicia a ser meros instrumentos para llevar a cabo atracos, huidas o casi cualquier otra situación que se pueda imaginar y que conlleve pisar el pedal a fondo. Que esto sea mejor o peor depende del seguidor de la saga, pero los números no mienten: 626, 788 y 1.516 millones de dólares recaudados a nivel mundial.

El increíble dato de la última película obedece, en gran parte, a la muerte de Paul Walker. El actor falleció en un accidente de coche antes de terminar el rodaje, por lo que hubo que utilizar técnicas CGI para terminar las últimas escenas, incluido un emotivo epílogo que servía como despedida del personaje de Brian O’Conner.

Con la pérdida de uno de sus principales protagonistas la pregunta era obvia: ¿ha terminado ya ‘The Fast and The Furious’? La respuesta, negativa, no tardó mucho en conocerse y llegó acompañada de la declaración del estudio de rodar una última trilogía, estrenando una película cada dos años, para cerrar la saga en 2021 con 10 entregas a sus espaldas.

‘The Fate of The Furious’ se estrena esta Semana Santa y, por lo visto en los tráileres, promete dejar otra tanda de secuencias de acción tan imposibles como memorables. La cuestión ahora es otra: ¿qué inventarán para superarse en la novena y hasta qué punto llegará la décima?

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