Una noche en el museo Porsche

El recinto alberga más de ochenta exposiciones, desde el primer modelo hasta el último pasando por los únicos, los exclusivos, las ediciones limitadas y todo lo que se pueda imaginar

Hemos visto el Museo Porsche muchas veces en fotografías, reportajes y todos creemos que sabemos lo que tiene dentro. Si, eso he dicho… Creemos. Al igual que hicimos con la Nave A-122 de Seat, en esta ocasión descubrimos las sorpresas que el museo guarda en su interior.

¿Qué puede haber en una superficie de 5.600 metros cuadrados, en un distrito de la zona norte de la ciudad alemana de Stuttgart llamado Zuffenhausen?

En una extensión de estas dimensiones, perdido en Alemania, las opciones se reducen. Fundado el 31 de enero de 2009, el museo Porsche alberga más de ochenta exposiciones, desde el primer modelo hasta el último pasando por modelos únicos, modelos exclusivos, ediciones limitadas y todo lo que se puedan imaginar.

Es medianoche. La gente encantadora en Porsche ha accedido a que CAR pase una noche en su nuevo, único y espectacular museo. Abajo, en una oficina de seguridad, un par de guardias están alrededor de una pantalla especialmente atentos a… ¡un canal de deportes! Arriba, el fotógrafo y yo nos paseamos como si nada ocurriese entre un montón de Porsche valorados en más de cien millones de libras descansando tranquilamente en 5.600 metros cuadrados de espacio expositivo. Desde el momento en el que llegamos – 20:00 de la tarde – hasta el momento en el que nos fuimos – 5:00 de la mañana – el único ruido que oímos fue la voz del piloto Derek Bell en una pantalla de plasma hablando sobre su exitosa carrera. Una y otra vez, toda la noche.

Uno de los edificios más deslumbrantes de Europa, el nuevo museo Porsche, fue completado en diciembre de 2008 y se ha convertido en un verdadero hito en Zuffenhausen. Esta exposición de joyas estaba esperando cerca de 200.000 visitantes durante el primer año, cifra que se superó en tan sólo seis meses. La competencia entre los arquitectos para diseñar el museo fue feroz. Curiosamente, Porsche se refiere a la planta alta del museo como un “monolito” pero, dudamos de la existencia del museo en las dimensiones cuarta y quinta también. ¿O no? Esta gente de Porsche es muy inteligente. Lo primero que vemos, como no podía ser de otra manera, es un 64 de 1939. Dentro de la espesa oscuridad, la carrocería de aluminio recoge cualquier reflejo de luz por pequeño que sea y lo convierte en un gran destello. El resultado es tan espectacular que hace que el aluminio parezca diamante.

El mítico 917

Desde aquí hago lo que cualquier obsesionado haría. No hago caso del 356 Carrera, paso sin apenas fijarme por delante de la plataforma sobre la que se encuentra el 911 RS 2.7, y corro como un loco a arrodillarme delante de los seis 917 y lo pienso un momento… ¡Seis! Seis 917 S, para ser más exactos. Para algunas personas amantes de la música clásica, escuchar las sinfonías de Beethoven es una experiencia nirvana. Pues para que me entiendan, este es mi Beethoven.

Entonces me doy cuenta de algo, algo extraordinario. Estoy encerrado en el museo Porsche solo. Las puertas del 917 no tienen cerraduras. Delante de mí hay un cartel que dice “no tocar”. Pero. Bueno… ¡No hay nadie aquí! ¿Cuál elijo? Será más fácil entrar en el 917/30K, pero bueno, tendrá que ser un Gulf o un coche Martini ¿No es así? ¿Cuál? Hay dos coches Martini y un Gulf único. Finalmente, debo elegir el Martini Racing plata LH 917 Coupé – Por alguna razón que ni yo mismo logré comprender me quite los zapatos – como si entrara en un edificio sagrado, de un altar. Algo me impide volver al mundo real. Pero me doy cuenta de que la noche sigue avanzando y de que, cuando salga de aquí, me gustaría presumir que he podido analizar a fondo cada pieza de este collar de brillantes, cada pieza del museo.




El museo tiene una superficie de 5.600 metros cuadrados y está situado un distrito de la zona norte de la ciudad alemana de Stuttgart llamado Zuffenhausen




Y una de las partes que más me gusta es el Taller Clásico donde se puede seguir el proceso de restauración de un coche legendario, un clásico y además, un deportivo. Sólo la zona de las piezas es como visitar otro pequeño museo dentro del grande. Como no podía ser de otra manera, otra de las partes de este puzzle alemán que más llama la atención es el primer Porsche que pisó el planeta, el 356 de 1948. Todos lo hemos visto alguna vez plasmado en un cuadro o una foto, pero lo cierto es que al natural es mucho más espectacular.

Veo a los coches hablar entre ellos, veo un 997 discutiendo con un Cayman sobre cual es el mejor, veo un 909 burlándose del peso de un Cayenne y oigo a los lejos a un 928 diciendo que el motor delantero es el mejor camino a seguir. No se si es la noche, la sensación de estar en mi lugar favorito del mundo o simplemente, que me estoy volviendo loco.

Miro el reloj, y son las 5:00 de la mañana, la hora de abandonar la noche más surrealista de mi vida, el sueño más real que he tenido nunca. Se encienden las luces y cada coche vuelve a su sitio, se sube a su plataforma y deja de tener vida. Se acabó, todo vuelve a su lugar, pero me he dado cuenta de que aún siguen teniendo un alma como la mía, como la de todo el que entra en el edificio, que se pasea por los pasillos del museo deslumbrando a cada visitante, a cada persona que se para delante de ellos simplemente a contemplarlos, un alma Porsche.

 

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