Por qué merece la pena (de verdad) elegir un buen carburante

Gasolina 95 y 98, diésel estándar, diésel ‘premium’… Una guía práctica para seleccionar el carburante más apropiado para cada tipo de automóvil.

Dos carburantes principales, gasolina y gasóleo, pero con hasta tres calidades diferentes: convencional, media y superior. Esta es la oferta que los conductores encuentran en la mayoría de estaciones de servicio al detenerse a repostar. Pero, aunque casi todos tienen claro el tipo de carburante que precisa su coche (salvo que sea de alquiler o prestado), la duda suele surgir al tratar de decantarse por un nivel de calidad concreto.

La decisión resulta importante, porque el carburante es el elemento que hace funcionar el motor y sus propiedades determinarán, en gran medida (junto con el mantenimiento), el rendimiento y durabilidad de la mecánica. En el manual del coche, y también en el interior de la tapa del depósito, el fabricante indica cuál es el recomendado, pero no se suele detallar qué calidad es la más apropiada. En esta guía práctica se desgranan las propiedades que aporta cada alternativa y los vehículos en los que deberían utilizarse para obtener los mejores resultados.

La calidad de los carburantes está regulada por ley, pero aun así, no todos son iguales ni todas las estaciones de servicio venden los mismos productos. Y es que algunas compañías desarrollan formulaciones específicas, que mejoran las propiedades que ofrecen los carburantes convencionales, que por su parte se conforman con ajustarse al mínimo legal. Dentro de estas formulaciones se puede incluir un trazador de marca que permite identificar los carburantes, y garantizar su excelencia. Es como un sello de prestigio, una especie de firma química. Este es, al menos, uno de los valores añadidos que aportan empresas como CEPSA.

Gasolina 95

Resulta apropiada para la mayoría de modelos de gasolina, con independencia de su cilindrada (bajo, media, alta), sistema de inyección (directa o indirecta) y tipo de alimentación (atmosférica o sobrealimentada, con turbo). Y se suele ofrecer con tres calidades diferentes: convencional, media y superior. Aunque las firmas petrolíferas más reputadas tienden a centrarse en las dos últimas, dejando la primera a las estaciones de servicio que comercializan carburantes low cost o de bajo coste.

La Gasolina 95 Star de CEPSA, por ejemplo, supera ya los estándares marcados por ley y es un carburante mejorado, que se correspondería con la calidad media antes mencionada. Recoge las últimas soluciones tecnológicas para mantener limpio el motor, reducir el mantenimiento necesario, y hasta mejorar las prestaciones y consumos.

Pero la Gasolina 95 Óptima, también de la misma compañía, va más allá (calidad superior) y, aparte de reforzar el cuidado del motor y de aumentar otro punto más su rendimiento, otorga propiedades adicionales como que permite recuperar el 100% de la potencia (que el motor disponga según su estado) desde el primer repostaje.

Asimismo, alarga la durabilidad de los componentes internos y afina la suavidad de conducción, gracias a que su calidad optimiza la combustión y la respuesta del motor, dos beneficios, a su vez, de su formulación altamente sofisticada. Resulta también recomendable para casi cualquier motor de gasolina, aunque su utilización será especialmente interesante en motores de última generación.

Gasolina 98

Esta gasolina, que cuenta con un octanaje mayor, se dirige a motores con alta relación de compresión, que suelen motorizar a los vehículos más potentes. Pero estas mecánicas con un ratio de compresión elevado pueden encontrarse asimismo en los modelos más accesibles, en forma de pequeños propulsores de 1.000cc y tres cilindros, pero dotados con turbo y que llegan a rendir 100, 125 CV o incluso 140 CV, el tope actual de potencia para esta cilindrada en el mercado.

La Gasolina 98 Óptima de CEPSA es uno de los carburantes más exclusivos disponibles en la actualidad. Aporta las mismas ventajas que la Óptima de 95, pero enfocada a motores de gran potencia y prestaciones.

Conviene recordar que los modelos que admiten gasolina 95 funcionan igualmente con 98, sin embargo, los que requieran 98 no deberían utilizar 95, porque la centralita detectará la falta de octanos del carburante y reducirá la potencia del propulsor, aparte de que pueden producirse daños mecánicos.

Diésel

Para los modelos de gasóleo existen las mismas tres calidades descritas, aunque, como se citaba con anterioridad, las compañías de carburantes de mayor prestigio suelen centrarse en las dos más elevadas. La empresa CEPSA los identifica con las denominaciones Diesel Star (calidad media) y Diesel Óptima (superior).

Estos carburantes, fruto de complejos procesos de investigación en laboratorio, proporcionan un mayor rendimiento a los vehículos de gasóleo, reduciendo su consumo y emisiones, y alargando la vida del motor, gracias a su composición especial.

El Diesel Star reúne todos estos beneficios y ayuda, además, a mantener limpio y en perfecto funcionamiento el sistema de inyección, una de las piezas clave de los motores diésel. Pero el Diesel Óptima, como sucede con la gasolina Óptima, proporciona cualidades todavía más avanzadas, porque hace posible recuperar también todo el vigor del motor desde el primer repostaje.

Asimismo, incluye un índice de cetano mayor (el octanaje del gasóleo) que implica una ignición del carburante más rápida, lo que redunda a su vez en una combustión más limpia y eficaz. Beneficia los arranques en frío, la sonoridad, las emisiones y hasta la suavidad de funcionamiento general. Por sus propiedades, debería ser la opción elegida para alimentar los motores diésel más modernos, aunque también ayudará a los que tengan más años y kilómetros.

Los motores diésel de reciente lanzamiento, todos turbo, con inyección directa, centralitas electrónicas tan potentes como un ordenador y un control exhaustivo de los gases de escape (que el turbo reintroduce en el motor), por citar algunos de sus componentes y características, son las mecánicas de combustión más complejas del mercado. Y como muestra, un detalle técnico: inyectan el carburante a presiones de hasta 2.500 bares (los gasolina no pasan de 350), para pulverizarlo y conseguir extraer el máximo rendimiento de cada gota de carburante.

Es uno de los pilares que explican la mayor autonomía de estos coches, junto con el superior contenido energético por unidad de volumen del gasóleo frente a la gasolina. Y al mismo tiempo, también es una de las razones para recomendar la utilización de gasóleos (y gasolinas) de calidad superior.

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