Cuatro utilitarios de última generación: conducción

Renault Clio, Seat Ibiza, Kia Rio y Peugeot 208: cuatro utilitarios de última generación con motores turbo de gasolina.

De izquierda a derecha, Renault Clio, Kia Rio, Peugeot 208 y Seat Ibiza. | Enrique Brooking

Cuatro utilitarios de referencia. Tres equipan motores 1.0 turbo de gasolina y tres cilindros con cambio manual de cinco marchas, y el Peugeot 208 lleva un 1.2 y seis velocidades. Y salvo el Seat, que se queda en 95 CV, los demás rinden 100 CV.

Lo primero que sorprende en todos es que a pesar de su baja cilindrada ofrecen unas prestaciones bastante correctas y suficientes para viajar, adelantan sin grandes apuros si no van muy cargados y se defienden en todas partes. La clave está en el turbo, que aporta un empuje extra determinante. 

El mejor es el Peugeot porque aprovecha las seis marchas para ofrecer un mejor escalonamiento del cambio, y este detalle, unido a su mayor cilindrada, le permite superar a los demás tanto en aceleración como en recuperación en las marchas largas.

Los otros tres están igualados, aunque el Renault Clio cede algo de terreno, probablemente porque la unidad de pruebas llevaba unas ruedas opcionales más grandes (205/45/17) que le restaban algo de nervio. Por lo demás, salvo el Kia Rio, todos incluyen diferentes modos de conducción a elegir para adaptarse mejor a la ciudad (Eco) o a la carretera (Sport). 

El 208 ofrece también la mejor estabilidad, con unas suspensiones más firmes y muy equilibradas que reducen al mínimo los balanceos de carrocería en las zonas viradas. Y aparte de girar muy bien, se mueve con mucho aplomo en todo tipo de trazados, sean lentos o rápidos, como autopistas y autovías. Le siguen el Seat Ibiza y el Clio, pero cada uno con sus matices.

Así, el Seat balancea algo más que el 208 y no es tan aplomado, pero dibuja muy bien las curvas. Y presenta un equilibrio de conjunto que le convierte en un coche ágil, seguro y muy fácil de conducir en todas partes.

El Renault aporta una dirección muy precisa, aunque quizá demasiado directa, que junto a las ­medidas generosas de las ruedas de la unidad de pruebas exigían ser más fino e ir más pendiente de los trazados. Y el Kia es un coche manejable y equilibrado en todos los trazados, pero lleva una dirección más lenta y balancea algo más que los otros tres en zonas de curvas.

Todos frenan bastante bien en distancias cortas y con un buen tacto de pedal. Ofrecen también una calidad de conducción de coches más grandes, en especial el Peugeot, aunque solo por su tacto y precisión, porque pierde la ventaja por su polémica posición de conducción, que no tiene término medio: o gusta, o se aborrece.

La realidad es que obliga a buscar los ajustes idóneos y no es del gusto de todo el mundo, tanto por el tamaño pequeño del volante como porque, según la postura elegida, no deja ver bien la instrumentación, en especial a los conductores de menos estatura. Por lo demás, el Seat y el Renault se conducen de maravilla, y el Kia es un poco menos refinado tanto por el tacto de los mandos y pedales como por la rumorosidad.

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