Deportividad, calidad y eficiencia

Unas siglas legendarias en la séptima generación de un compacto que hace justicia al prestigio logrado por los antecedentes de esta versión.

Casi podríamos decir que hay varias generaciones de conductores que, en algún momento de su vida, han suspirado por ponerse al volante de un Golf GTI. Un icono de Volkswagen que alcanza su séptima saga con argumentos renovados para seguir siendo un compacto de vocación deportiva y aspiracional para muchos.

Disponible en carrocería de tres o cinco puertas, crece en sus dimensiones generales como el resto de sus hermanos de gama. Lo cierto es que se parece bastante a ellos, su estética mantiene una discreción que sólo se rompe con pequeños detalles que anticipan que nos encontramos ante una versión muy especial, sobre todo por sus imponentes llantas, su parrilla delantera o su doble salida de escape.

Ese incremento de tamaño beneficia a la habitabilidad del coche, que por otro lado disfruta de un interior con todas las cualidades propias del modelo y de la marca: calidad por los cuatro costados, funcionalidad y un equipamiento acorde con la variante tope de la gama Golf, que además supera con mucho la barrera de los 30.000 euros.

Lo verdaderamente diferenciador del GTI se aprecia cuando nos ponemos en marcha. Para empezar, su motor de gasolina de dos litros, inyección directa y turbo entrega una potencia de 220 CV, que se muestra más que suficiente para mover con agilidad un conjunto que no llega a los 1.400 kilos. Pero la eficiencia también ha llegado a estas versiones más prestacionales, así que gracias al paquete de medidas que VW propone ya en muchos de sus modelos los consumos no son en absoluto disparatados: sólo si le exigimos al máximo de sus posibilidades la cifra puede llegar a subir, pero si no pretendemos despilfarrar podemos hacerlo con mucha más facilidad que en modelos precedentes.

Dinámicamente, estamos ante un vehículo muy equilibrado, empezando por una sensacional plataforma que parece perdonarlo todo, incluso conduciendo a ritmos elevados. Las suspensiones y los frenos, potentísimos, acompañan sin rechistar las exigencias de los conductores más deportivos y únicamente el control de tracción puede resultar algo intrusivo en firmes de baja adherencia.

De hecho, el Golf GTI va tan bien que podemos llegar a tener la sensación de rodar más despacio de lo que en realidad vamos, algo que puede resultar un inconveniente para los más quemadillos pero que es una virtud indiscutible para todos lo demás: disfrutar sin tener que contener la respiración…

Lo mejor. El comportamiento dinámico resulta intachable, empezando por una plataforma muy neutra, las suspensiones y unos frenos realmente poderosos.

Lo peor. La caja de cambios DSG sigue siendo un prodigio, pero en un coche de este nivel mejoraría el escalonamiento disponer de una séptima marcha.

Conclusiones. Si todas las versiones de la séptima generación del Golf suponen un paso adelante claro, el tope de gama GTI no iba a ser una excepción. El diseño es tirando a discreto, hay diferencias respecto a sus hermanos de gama pero sin llegar a ser espectaculares. El motor gasolina 2.0 TSI convence. Su potencia no defrauda y el cambio automático DSG es un complemento ideal. Y, además, tampoco gasta en exceso. Al volante, las sensaciones no son las de un deportivo puro; sin embargo, por su nobleza y eficacia permite circular realmente rápido con una total seguridad y confort. Y nada radical…

MOTOR: 3 picas

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CONFORT: 3 picas

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