McLaren, la última receta para soñar

Quiere ser la réplica anglosajona a Ferrari y Lamborghini y ha reunido los mejores argumentos para conseguirlo. Ahora llega a España de forma oficial.

McLaren GT
El McLaren GT alcanza los 200 km/h en 9 segundos.

Imagen de marca, trayectoria histórica, diseño propio, credibilidad tecnológica, triunfos en competición… Y por supuesto, excelencia en prestaciones, mecánica, eficacia, fiabilidad y red comercial. Son algunos ingredientes imprescindibles que debe reunir un fabricante de superdeportivos para conquistar un hueco en ese selecto club de apenas una decena de marcas capaces de vender automóviles de un millón de euros.

Y es lo que está reuniendo McLaren, la marca más joven del catálogo, que va cumpliendo con precisión de reloj suizo la hoja de ruta para lograr el objetivo. Ahora acaba de abrir en Barcelona su primer concesionario oficial en España. 

Estreno entre mitos

McLaren empieza como equipo de carreras en 1963, pero no se convierte en fabricante de coches hasta 1992, ya con unos cuantos títulos mundiales de Fórmula 1 en sus estanterías, y el prestigio de haber reunido el tándem más dominante de la historia de la especialidad: Ayrton Senna y Alain Prost. 

Con esos mimbres no sorprendió que su llegada al club fuera un acontecimiento. Ni que el F1, su primer modelo —un original triplaza con chasis de fibra de carbono diseñado por el legendario Gordon Murray— tuviera un precio estratosférico de un millón de dólares. Se podía prever que se convertiría en icono y objeto de deseo de coleccionistas: solo se hicieron 100 hasta el cese de producción en 2004. Pero lo que nadie imaginó es que alcanzaría una cotización récord de 17,8 millones de euros en 2019. 

Solo 28 años después ha rozado ya las 5.000 unidades vendidas y tiene capacidad para 6.500 al año en su futurista factoría de Woking.

McLaren 720S.

Madurez acelerada

Tras aquella etapa inicial, McLaren ha ido quemando etapas en un proceso de madurez acelerada que busca afianzar con nitidez sus señas de identidad. Empezando por el lenguaje de diseño, obra del hispano norteamericano Frank Stephenson Santos, que ha creado un ADN propio denominado diseño biodinámico. Se inspira en los animales más rápidos de la naturaleza, como el leopardo. Y concibe la carrocería como la piel del coche para recubrir sus órganos mecánicos fusionando estética y función en busca de la máxima eficiencia, ya sea aerodinámica o de refrigeración, para optimizar el rendimiento.

Esa mentalidad de competición es otro valor clave de McLaren y se refleja en la búsqueda enfermiza de la eficacia siguiendo el primer mandamiento de las carreras: el peso es el enemigo número uno. Así, implica rendir culto a la ligereza aplicando sin escatimar los materiales más livianos, como el chasis de fibra de carbono. 

Todas estas prioridades se traducen en una experiencia única, porque la sofisticación tecnológica no sacrifica la facilidad de manejo al volante. Más bien al contrario, porque permite a los McLaren ofrecer una conducción al alcance de cualquier cliente con dinero para comprarlos, otra señas de identidad. Así se pudo comprobar en una toma de contacto por los alrededores de Barcelona al volante del nuevo GT y el 720S. 

Interior del McLaren GT.

El primero es un espectacular superdeportivo de raza y 620 CV (228.000 euros), que acelera de 0 a 200 km/h en 9 segundos y llega hasta 326 km/h. Pero no renuncia al confort y se puede conducir a 60 km/h con la punta de los dedos. El 720 S (328.500 euros), es ya un purasangre de 720 CV y apenas 1.468 kilos de peso que llega a 200 km/h en solo 7,9 segundos y alcanza 341 km/h. Y tiene también doble personalidad, pero más acentuada: puede circular a punta de gas como un dócil GTI, o transformarse en un coche de carreras con aceleraciones de vértigo. Pero lo que más impresiona siempre es su increíble agilidad en curva y la docilidad con que responde a cualquier exigencia del conductor.  

Más información

A primera vista es el concesionario oficial de una marca de superdeportivos. Y así lo transmite desde fuera o cuando se accede al interior, con una puesta en escena impecable que sirve de establo a los purasangres de McLaren, los últimos objetos de deseo. Pero en cuanto se pasa la primera pantalla de la recepción, rompe los esquemas habituales e introduce al cliente en el mundo personal de Eduardo Costabal, el peculiar CEO de la sede de Barcelona, un mitómano de la F1 que ha reunido con exquisito criterio las piezas más deseadas por cualquier aficionado al automóvil de competición. Y eso incluye desde la colección de monos de carreras de todos los campeones del Mundo de F1, desde Fangio o Ascari a Hamilton, hasta una específica de Schumacher y un área especial dedicada a Ayrton Senna, que incluye la célebre estatua dorada de Paul Oz, con el brasileño trazando la curva de Eau Rouge en el circuito de Spa Francorchamps.

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