La deportividad se encuentra en el ADN de Infiniti, la marca de lujo de Nissan. Aunque su oferta está ampliándose hacia segmentos de mayor volumen de ventas, no renuncian a los valores sobre los que se sustenta su prestigio y es por ello que lanzan la evolución de su G37. Se trata del Q60, un cupé de marcado dinamismo y que ya se comercializa en España desde 48.800 euros en su versión básica (que se reducen a 43.900 euros con una promoción de lanzamiento relacionada a la financiación con la marca).
La gama consta de dos motorizaciones, de gasolina y turbo. La de acceso es un dos litros de 211 CV y la superior un V6 3.0 que eleva su rendimiento hasta los 405 CV, en ambos casos con cambio automático y tracción total para el propulsor más potente (el 2.0 es de tracción trasera). En cuanto al equipamiento, el 2.0 se combina con los niveles Premium y Sport, mientras que este (que es el más completo) es el único disponible para el 3.0 V6.
Estos son los puntos fuertes destacables y las pequeñas carencias del nuevo Q60, del que la marca espera vender un centenar de unidades este año repartidas a partes iguales entre ambas motorizaciones y con preponderancia clara del equipamiento superior Sport.
LO MEJOR
• Diseño diferenciador. Su carrocería de dos puertas y 4,69 metros de longitud rebosa personalidad y se distancia de la mayoría de sus rivales de segmento. Como novedad absoluta, es un coche mucho menos visto que otros de su estilo y combina la elegancia típicamente japonesa con cierto carácter más emocional y desde luego deportivo. No pasa desapercibido y suele ser del agrado de la mayoría.
• Interior muy cuidado. A una marca premium y a un coche caro se les debe exigir lo mejor en términos de calidad y el Q60 no decepciona. Los acabados en general son intachables y muestra detalles realmente valiosos como las costuras del tapizado de los asientos, la doble pantalla central de información, un completo sistema multimedia, hasta seis diferentes modos de conducción en las versiones Sport, un equipo de sonido con trece altavoces o una dotación de seguridad de primer nivel.
• Tecnología para disfrutar. La variante 3.0 Sport ha sido concebida, lógicamente, para los más exigentes. Su chasis se adapta a los más de 400 CV del motor y promete máxima eficacia en conducción deportiva gracias a soluciones como la dirección asistida adaptativa, la suspensión electrónica digital y el control adaptativo del cambio de marchas. Con su distancia entre ejes y anchura de vías, garantiza, además, una estabilidad destacable en todo tipo de trazados. No se trata de un automóvil en absoluto radical pero sí diseñado para ofrecer gratificantes sensaciones al volante y con total seguridad.
• Precio muy interesante. Una de las ambiciones de Infiniti, y que ya está consiguiendo, es convertirse en una alternativa real a gamas similares de otras marcas de primera categoría. Lo logra por calidad de producto y prestaciones, pero además con el valor añadido de precios muy ajustados en relación a esos rivales. Es el caso del Q60, bien posicionado en su segmento puesto que, por ejemplo, no es fácil encontrar coches de su estilo con más de 400 CV por debajo de los 68.000 euros.
LO PEOR
• Motor básico insuficiente. El propulsor de dos litros está por debajo del resto del conjunto, tanto en potencia pura (aunque puede ser suficiente para los conductores más tranquilos), como en refinamiento de marcha y elasticidad (se nota demasiado la influencia del turbo a la hora de acelerar). No es que vaya mal, pero un coche de tantas posibilidades debe sentirse mucho más cómodo con la mecánica superior V6 de 411 CV (no disponible en la presentación del modelo). Además, en la variante Premium el cambio automático de siete relaciones, y embrague único, carece de las levas de accionamiento en el volante que sí lleva el nivel Sport.
• Plásticos de aspecto mejorable. Algo similar ocurre algunos de los plásticos utilizados en su consola central, de aspecto brillante un tanto artificial y con botones poco atractivos. No es que sean deficientes, solo que llaman la atención negativamente frente a la calidad manifiesta del resto de los componentes. Quizá en otro habitáculo pasarían desapercibidos, pero no en un cupé que aspira a la excelencia.
• Freno de estacionamiento por pedal. Otro detalle incomprensible en un coche de tanto nivel. El freno de estacionamiento no es que no sea eléctrico, ni siquiera es de mano ya que recurre a un incómodo, molesto, ruidoso y anacrónico accionamiento por pedal. Infiniti monta estos dispositivos eléctricos en otros modelos y no se justifica que lo evite en una de sus propuestas más destacadas y con posicionamiento superior en la gama.
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