El invierno me deprime. Días cortos, con frío y lluvia, puedo salir en moto menos de lo que me apetece y, por si fuera poco, tampoco hay carreras. Por eso siempre que el trabajo y la economía lo permiten, intento hacerme una escapada en esta época en busca del calorcito y alguna carretera en condiciones para rodar. Y este año, aprovechando una estupenda oferta de Iberia (aunque esquivé su huelga por muy poquito), decidí regresar a Florida, donde ya había estado unos años atrás también en pleno invierno. Así que salí de un triste y gélido aeropuerto de Barajas para aterrizar en una soleada Miami, con 25 grados de temperatura media y una Harley esperando para recorrer esta península, auténtico paraíso de los jubilados estadounidenses.
Y como en anteriores ocasiones, he pensado que podía ser útil e incluso interesante ofreceros algunas de las claves para un viaje de estas características. No desde luego como experto conocedor de Florida, porque no lo soy, sino con los ojos de un recién llegado que va descubriendo lo que la ruta y un país como Estados Unidos puede ofrecernos, que es mucho. No pretendo, por tanto, que estas líneas supongan una guía turística (que ya las hay y muy buenas, como la editada por El País-Aguilar que yo he utilizado), tan sólo trasladaros algunas pinceladas que os puedan resultar prácticas.
Para empezar, las mejores épocas del año para viajar hasta un estado de la Unión con climatología prácticamente caribeña son la primavera y el otoño. En invierno podemos enfrentarnos a la época de lluvias y el verano es demasiado caluroso. Éste es un detalle importante para poder disfrutar del clima de Florida, sobre todo si, como en mi caso, en viaje es en moto. Y ya que hablamos de motos, para el alquiler os recomiendo de nuevo los servicios de EagleRider, empresa líder en su sector. Por supuesto que existen otras que ofrecen el servicio, incluyendo la mayoría de los concesionarios de Harley, pero Eaglerider me parece la más aconsejable por su variedad de oferta y el estado de sus motos. Como muestra, la magnífica Harley-Davidson Electra Ultra Limited que me correspondió en esta ocasión, en perfectas condiciones como era previsible a sus apenas 9.000 millas de uso. Además, si el alquiler lo hacéis en el distribuidor de Miami, os diría que contactarais con Jorge Fuentes, que os dispensará un trato exquisito y con las ventajas de poder realizar las gestiones en castellano.
También en anteriores ocasiones os he hablado de mi idilio con los navegadores para este tipo de viajes. Sé que muchos románticos se mantienen fieles al mapa (que tampoco falta nunca en mi equipaje) y a su sentido de la orientación, pero yo reconozco que ya sería incapaz de moverme por la compleja red viaria de Estados Unidos sin mi inseparable TomTom Rider 2 con cartografía del país. Recorrer en una jornada más de 300 millas y llegar sin dificultades a mi hotel me sigue pareciendo un milagro diario, será que me estoy haciendo mayor… Así que os diría que el GPS me parece un elemento indispensable para poder disfrutar del viaje sin preocupaciones innecesarias: prefiero dedicar mi tiempo a una visita turística o a la playa que a dar vueltas desesperado por una ciudad del tamaño de la Comunidad de Madrid.
Respecto al recorrido, las posibilidades son tantas como nuestras preferencias. En mi caso, como ya conocía el sur de la península de Florida, los famosos Cayos, di prioridad al norte para poder conocer lugares como Fort Lauderdale, Palm City, Vero Beach, Cabo Cañaveral y la mítica Daytona. Continuar ascendiendo por la costa hubiera supuesto disponer de un tiempo del que carecíamos, así que después de pasar unas horas disfrutando del ambiente de las 500 Millas de la Nascar, puse rumbo hacia el oeste para recalar en Orlando.
Orlando es un excelente lugar de parada y fonda, descansar una jornada y poder disfrutar así de esta ciudad diseñada para la diversión que ofrecen sus incontables parques temáticos, incluyendo quizá el más famoso del mundo, Disneyworld. Desde allí la brújula seguía apuntando hacia el oeste, para alcanzar la otra costa peninsular y visitar destinos como Tampa, St. Petersburg, Sarasota, Ford Myers, Cape Coral y Naples. Todos al borde del mar, con sensacionales playas, plagados de lujosas urbanizaciones y carreteras un tanto aburridas pero que propician un rodar relajado que permite disfrutar de un ambiente próximo a lo idílico.
Naples marca el cambio de rumbo para dirigirnos de nuevo hace el este, en concreto a través de la carretera 41 que atraviesa la reserva nacional del Big Cypres y los famosos Everglades, otro lugar de visita obligada para quienes no lo conozcan. La experiencia de recorrerlos en sus típicos airboats (las lanchas con un enorme ventilador) es muy aconsejable… Esta carretera termina en Tamiami y desde allí lo ideal es girar hacia el sur para, desde Homestead, tomar la carretera de los Cayos, con los destinos de Key Largo y Key West, este último el punto más meridional de Estados Unidos y a tan solo 90 millas de la costa de Cuba (por tanto, puerta de entrada de los inmigrantes que pueblan toda Florida).
En total, el periplo supone recorrer entre 1.200 y 1.500 millas, dependiendo de los rodeos que decidamos dar, y se puede completar a buen ritmo en una semana, aunque contar con un par de días más nos permitirá ir algo más tranquilos y saboreando cuanto encontremos a nuestro paso. Eso sí, tened en cuenta que Florida es un estado eminentemente turístico por lo que aunque la oferta hotelera es vastísima, los precios no son precisamente bajos casi en ninguna época del año. A cambio, llenar el depósito es un auténtico gustazo cuando la gasolina se paga a poco más de medio euro el litro…
En fin, que supongo que os tendré ya un poco aburridos con el viajecito de marras… si es que habéis llegado hasta aquí, claro. Podría seguir con algunos otros detalles o truquillos pero no quiero que nadie me aborrezca, así que sólo quedo a vuestra disposición si necesitáis algún tipo de información añadida o resolver cualquier duda. A mí me vendrá muy bien para recordar un viaje de ensueño… e intentar así superar la depresión postvacacional en este crudo invierno.
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