Una Gold Wing 40th Anniversary Edition. Su comprador, además de disfrutar de un auténtico transatlántico viajero, tendrá el privilegio de convertirse en el propietario de la motocicleta trescientos millones que Honda ha fabricado a lo largo de su historia. Ahí queda eso… A lo largo de 66 años de producción, la marca japonesa se ha convertido en el mayor fabricante de motos del mundo, un liderato que ostenta de forma ininterrumpida desde nada menos que 1959.
La empresa fue fundada por Soichiro Honda en 1948, aunque no fue hasta un año después cuando de su fábrica saliera la primera Dream Type-D. La expansión internacional de su tejido productivo comenzó en 1963, en Bélgica, y en la actualidad son 33 sus plantas repartidas por 22 países del mundo. Con esa capacidad, no sorprende que sólo el pasado año vendieran un total de 16,8 millones de unidades, creciendo además un 8,7 por ciento respecto al año anterior. No es la situación, obviamente, de un mercado en crisis como el español pero el enorme potencial de los mercados emergentes propicia que Honda pueda seguir adelante con su progresión.
Otro dato que deja bien a las claras el poderío de la marca japonesa. Su modelo Super Cub es la moto más fabricada de la historia, habiendo alcanzado los 87 millones de unidades hasta marzo de este año, comercializándose en más de 160 países. Sus éxitos en competición son sobradamente conocidos y el palmarés de Honda refleja la pasión de la marca por las carreras pero también la excelencia que alcanzan en sus productos y cuya máxima expresión persiguen en los circuitos.
El ideario de los responsables de la marca es tan claro como ambicioso: fabricar productos cercanos al consumidor, con tecnología que haga la vida de las personas más fácil y divertida. Y por experiencia personal puedo asegurar que en gran parte lo consiguen. De esos trescientos millones de motos, aproximadamente una docena de ellas han sido mías durante el último cuarto de siglo. Desde un práctico Scoopy a varias CR de motocross, pasando por un par de Cota de trial, una XR 400 e incluso una custom como la Shadow. Y tengo que reconocer que mi satisfacción con todas ellas ha sido absoluta…
Admito que en algunos casos no se trata de las motos más emocionales o rebosantes de personalidad que podamos imaginar. Pero en términos de calidad, fiabilidad, funcionamiento y longevidad para mí, sin duda alguna, es una de las marcas de referencia indiscutible. No me despiertan las pasiones de otras marcas, lo reconozco, pero el concepto de un producto intachable se ciñe a Honda como anillo al dedo. Y seguro que así seguirá siendo por mucho tiempo, lo bien hecho siempre termina triunfando y es garantía de continuidad. Así que felicidades por este hito… y a por otros cien millones de grandes motos.
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