Este jueves ha comenzado de forma espectacular, quizá como preludio de lo que iba a ser un gran día. Nunca había cruzado la desembocadura del rio Tajo en Lisboa por el puente Vasco de Gama y me ha parecido impresionante. Mide, según la Wikipedia, nada menos que 17,2 kilómetros de longitud, con lo que es el más largo de Europa. Me ha recordado mucho a los que surcan el sur de Florida y no me podido dejar de sentir cierta añoranza del sensacional viaje en moto que hace ya algunos años hice por ese paraíso con mis buenos amigos Mela Chércoles y Javier Peralta.
Tras disfrutar de la experiencia, realmente aconsejable, de atravesar el Vasco de Gama mi destino era Portalegre para abandonar Portugal pero siempre rehuyendo de las carreteras principales y por supuesto de las autovías… El navegador de la Street Glide se ha encargado de orientarme y lo ha hecho con pleno acierto, porque he podido rodar por rutas secundarias en buen estado, atravesando grandes extensiones sin población y, por tanto, con muy poco tráfico. Tan poco habitada está la zona que he llegado apurado al siguiente repostaje, pero por suerte incluso me han sobrado un par de litros cuando por fin he encontrado la siguiente estación de servicio… al precio de la gasolina portuguesa (1,66 euros el litro de 95 octanos).
Para alcanzar Valencia de Alcántara, cruzando esa la frontera con España que ya no existe, otra recomendación: las pequeñas carreteras que surcan el Parque Natural de la Sierra de San Mamés, también casi desiertas y con un buen puñado de curvas para hacer más entretenida la conducción. Y desde allí dirección a Cáceres con otro desvío que tampoco quería dejar de hacer. Me apetecía mucho acercarme hasta Alburquerque, un pueblo con un majestuoso castillo en el que siendo niño estuve en una ocasión de campamento (imaginad lo que pudo ser, con diez u once años, una semana viviendo en una fortificación medieval), así que ha sido la excusa perfecta para recorrer otro paraje de singular belleza como es la Sierra de San Pedro.
Entre unas cosas y otras, los algo menos de 400 kilómetros que Google Maps decía que me tocaba completar se han convertido en unos 520… y me he quedado con ganas de más. En un par de ocasiones pensaba que alguna tormenta podía hacerme acabar el día pasado por agua pero finalmente la lluvia no ha aparecido y, por el contrario, la temperatura ha vuelto a ser ideal para rodar en moto.
Ha resultado otra jornada inolvidable, mi sincronía con la Harley es ya absoluta y el recorrido está acompañándome como no imaginaba que pudiera ocurrir en zonas que desconozco por completo y es fácil equivocarse. Ahora la cosa ya cambia porque Discover More gira hacia el este y pone rumbo a Madrid, sin duda un destino muy especial para mí. Hace una semanita que salí de allí, así que empezar a sentir algo de añoranza va tener el remedio perfecto en el momento justo. Mañana duermo en casa y además podré pasar un rato agradable al acabar la etapa con mis amigos del Madrid Chapter en Makinostra, concesionario oficial de la marca en la capital. Será la guinda para otra etapa que espero disfrutar tanto como la anterior.
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