Hyundai anunció ayer en su cuenta de Twitter el nombre de su nuevo SUV pequeño: se llamará Hyundai Kona. Pero en las redes sociales nadie ha hecho referencia a que la denominación proviene de un distrito de la Isla Grande de Hawái. El Kona ha entrado con energía en el mercado (aunque no se presentará oficialmente hasta el otoño) porque el nombre suena exactamente igual que cona, el término usado en gallego (y portugués) para referirse vulgarmente al aparato reproductor femenino.
El fabricante, sin embargo, ha confirmado que mantendrá el nombre en España. En Portugal, por el contrario, no se llamará Hyundai Kona, sino Kauai. En todo caso, las bromas se han repetido entre los usuarios por culpa de este doble sentido lingüistico, que no es la primera vez que sucede: hay muchos modelos que han tenido que cambiar su denominación en algunas partes del mundo.
Tata Zica
No fue una metedura de pata consumada, sino una rectificación a tiempo. La marca india Tata supo cambiar en el momento adecuado el nombre de su nuevo modelo, el Tata Zica, debido al brote del virus del zika en América Latina que en 2016 fue declarado por la Organización Mundial de la Salud como una emergencia de salud pública.
Ford Corrida
En 1976 Ford lanzó un prototipo de lo más futurista al que puso por nombre Corrida, seguramente para darle el supuesto punto de valentía que tiene el toreo, pero que chocó con otra acepción de la palabra que no era demasiado comercial. Afortunadamente el coche nunca pasó de ser un mero prototipo.
Mitsubishi Pajero
Por razones igualmente obvias, este todoterreno se vende en España con el nombre de Montero. Aun así, alguno se ve por ahí de importación luciendo sin reparo el nombre original. El hecho es que la marca japonesa quería relacionar con este vehículo para el campo con la habilidad que tiene el felino leopardus pajeros (o gato de la Pampa) de desplazarse por montes, lomas y laderas de Sudamérica.
FIAT Marea
La marca italiana FIAT buscaba en 1996 darle un toque costero y vacacional a un turismo tan cómodo para viajar como el FIAT Marea, pero en castellano marea y coche tiende a relacionarse más con marearse que con ir de paseo al mar, así que este coche tampoco acertó con el nombre porque su significado era del todo diferente a un cómodo y tranquilo viaje.
Volskwagen Jetta
Si pilotas un Jetta, te arriesgas a que te llamen caradura. Volkswagen reparó en la posible confusión y le cambió el nombre al modelo por Bora, aunque solo por algún tiempo, ya que después volvió a denominarse Jetta.
Nissan Moco
De nuevo un producto japonés que se equivoca de nombre, porque aunque no se comercializara en España, no hay que olvidar que el español es el tercer idioma mas hablado del mundo, con lo cual lo del moco no pasa tan desapercibido. A todo esto se añade que el vehículo en cuestión es un pequeño utilitario con solo 54 CV de potencia, algo que le acerca mucho a su nombre. En la siguiente imagen podemos ver que uno de los colores con los que salió al mercado también era muy propio.
Mazda Laputa
Laputa es una isla imaginaria que aparece en el libro de Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift, con la peculiaridad de que puede volar. En castellano el nombre de la idílica isla es una cosa mucho menos poética, y por eso no ha llegado a venderse este modelo en España. El caso es que en Estados Unidos sí se ha comercializado, y no hay que olvidar que es un país con una tasa muy alta de hispanohablantes, por lo que ver a alguien subido en un Laputa no dejará, ni siquiera allí, de ser un motivo para esbozar al menos una sonrisa.
Kia Borrego
Kia nombró originariamente a este todoterreno de lujo como Mesa, pero pensaron que quizás no era el nombre más adecuado para la importación. Entonces, a alguien poco ilustrado en idiomas se le ocurrió que el nombre de Borrego era más indicado. Parece que el acercamiento al campo de las denominaciones de los modelos llamados camperos o 4×4 nunca termina de acertar con la especie en cuestión.
Audi Q3
Esta vez no tiene que ver tanto con el doble significado de una misma palabra, sino más bien con el efecto sonoro que produce al pronunciarlo. Para los clientes de Audi, tener un Audi cutres no es para nada compatible con lo que buscan al llevar los cuatro aros en la parrilla de su coche.
Lancia Marica
Es un ejemplo de la falta de preocupación que tenían en la empresa de automoción italiana Lancia por vender su coche en España, más aún si pensamos que este vehículo se presentó en 1969, aún en plena dictadura franquista donde la homofobia era habitual. Fue realizado por Ghia, compañía italiana dedicada al diseño de carrocerías, sobre el chasis del Lancia Flaminia 2800 y nunca llegó a fabricarse en cadena.
Lamborghini Reventon
El fabricante de deportivos de gran lujo Lamborghini, siguiendo la estela de nombres de cosas que impriman la fuerza que suele dar a sus creaciones (Huracán, Diablo, Veneno), le puso a este modelo Reventón, no porque le estallen las ruedas cuando supera los 180 km/h, sino porque era el nombre del toro que en 1943 mató al famoso diestro Félix Guzmán.
Hyundai Scoupe
En 1988, la compañía coreana Hyundai dotó a la gama Excel de una versión deportiva llamada Scoupe, que efectivamente aludía en castellano al acto de arrojar saliva por la boca. Varios años tuvieron que pasar para que la compañía retirara la ‘S’ líquida del nombre y este se convirtiera en un éxito de ventas en España, ya como el Hyundai Coupe.
Otros ejemplos fuera del castellano son los modelos Honda Fitta, que en algunos países de Europa hace alusión a los genitales femeninos (un caso similar al Hyundai Kona); el Ford Pinto, que en portugués es un pene, o el Toyota MR-2, que en Francia sonaba igual que ‘merde’. Incluso por parte de la marca española SEAT también hubo que rectificar el nombre del Málaga por Gredos en territorio griego, ya que malakas en su idioma tiene que ver con la masturbación. Ya vemos que la problemática de la ambigüedad de los nombres de coches casi siempre toma unos derroteros similares.
Sigue toda la información de EL MOTOR desde Facebook, X o Instagram