Una profesión tan en decadencia como desprestigiada

Hacía tiempo que no me pasaba por esta barra de bar que compartimos de cuando en cuando. Tengo que disculparme por ello, pero en la recta final de la temporada de competición, el día a día del AS me absorbe de tal manera que apenas encuentro tiempo para mucho más. Ni siquiera para vivir… Debe ser la depre otoñal, porque lo cierto es que no ando de muy buen ánimo para hablaros de coches o motos, así que me vais a permitir que me mire un poco el ombligo y lo haga de esta bendita profesión mía del periodismo del motor. Entenderé que no os interese lo más mínimo y pulséis en este mismo instante el aspa ése de cerrar la ventana del navegador…

Vaya por delante que no pretendo establecer ningún tipo de comparación con otros gremios, ni valorar las dificultades que sufren profesionales de esos sectores. Siempre que puedo intento hablar exclusivamente de lo que tengo unos conocimientos mínimos, como es el caso de este trabajo que llevo desarrollando desde hace casi 25 años (el próximo 2013 cumpliré ese bonito aniversario en el AS). Y la verdad es que el panorama es desalentador. Empezamos por el país, lo sé, seguimos por el periodismo, incluso peor, y terminamos por el especializado en motor, realmente devastador. Cada semana, y no exagero en absoluto, veo con enorme tristeza como algunos compañeros altamente cualificados pierden su puesto de trabajo, quedan fuera de la circulación laboral a causa de argumentos muchas veces peregrinos y sin fundamentos sólidos.

OpelCabrio

Probadores de mucha experiencia, una formación técnica destacable, habilidades impresionantes al volante (también al manillar) y un saber hacer que no se compra con dinero, ni con ilusión o ganas. Sólo se consigue a base de tiempo, dedicación e incluso con errores de los que aprender. Su único pecado es que, paradójicamente, pretenden tener una actividad remunerada, más que nada por aquello de pagar la hipoteca, el colegio de los niños y la factura del supermercado. Y todos esos compromisos no se pueden satisfacer simplemente invitándoles a la presentación de un nuevo modelo o probando un cochazo que les ha prestado el Departamento de Prensa de una marca.

LamboSP

Pero precisamente a esa tipología de profesionales es a lo que está llevando la en ocasiones malentendida revolución digital. Quien me conozca sabrá que soy un defensor a ultranza de las nuevas tecnologías, el periodismo y la comunicación nunca volverán a ser lo que conocimos antes de ese invento extraordinario de Internet, así que no soy en absoluto dudoso en ese sentido. El problema es otro. El problema es pretender que los contenidos, de cualquier tipo, deben ser gratuitos y asumir que los profesionales que los generan viven del aire.

Golf

En este país existen magníficas webs dedicadas al sector de la automoción, además de numerosos blogueros de talento. Todo mi respeto para ellos, que son el presente y el futuro de esta profesión, que dignifican y posicionan en la realidad de esta nueva sociedad que nos ha tocado vivir. Sin embargo, aún siendo muchos no dejan de ser una minoría. Porque lo que abunda es mediocridad, la chapuza y el desconocimiento. Aficionados que tienen todo el derecho del mundo a crear sus contenidos… pero no a querer compararlos con los de los profesionales. Y lo preocupante del asunto no es su existencia, reitero que plenamente legítima dentro de este nuevo escenario, sino que determinadas empresa del sector les otorguen precisamente esas prerrogativas de las que no deberían gozar.

Panda44

Como lo que se lleva es la web, los blogueros y los tuiteros, pues allá que vamos con ellos. Producen contenidos en una especie de diarrea creativa sin sentido ni fundamento, tantos como tan malos… pero ¡que más da! Ahora la información es de usar y tirar, nadie parece leer, nadie quiere profundizar, a nadie le interesa la calidad, lo importante es estar, no destacar. Y en estas nos encontramos. El país va a la deriva pero el periodismo se dirige al abismo. Probadores con cientos de miles de kilómetros a las espaldas ahora sólo se sientan en el sofá de su casa mientras que advenedizos sin formación ni conocimientos conducen un Porsche; blogueros con menos visitas en sus páginas que las de mi comunidad de vecinos acaparan las presentaciones de los próximos lanzamientos y los auténticos profesionales las leen en su casa con añoranza… y una sonrisa de incredulidad en su rostro.

Asumo que generalizar no es conveniente y supongo que mis comentarios molestarán a algunos de los que me lean. Allá cada cual si se adscribe a uno u otro colectivo. No pretendo ofender a nadie, ni hacer manga ancha con ese nuevo grupo de comunicadores entre los que, insisto, hay muchos realmente sensacionales. Pero si esta generalización es injusta, también lo es que un periodista veterano sea un desecho de tienta porque quiere cobrar por su trabajo, porque no tiene un blog que no lee nadie o no maneja el Twitter como su hijo de quince años. Esa generación hizo grande la información del motor en este país y merecen un respeto que no están teniendo por parte de muchos. Así que yo, desde este mi rinconcito en el ciberespacio, lo reivindico para todos ellos y se lo reconozco.

Salud y fuerza, compañeros…

 

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Raúl Romojaro

Una vida sobre ruedas. De piloto (malo) de motocross a periodista deportivo en Diario AS, incluyendo una década en los grandes premios de MotoGP. Apasionado de los coches y las motos, en más de 30 años ha tenido el privilegio de probar unos cuantos cientos de unos y de otras. Ahora, subdirector en Prisa Motor.

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