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Es igual de bueno que los todoterrenos alemanes de prestigio y cuesta también casi lo mismo. La segunda entrega del XC90, el 4×4 grande de Volvo, refuerza su sofisticación y se sitúa a la altura de los Audi Q7, BMW X5 y Mercedes ML. Cuida más el diseño, sobresale por su confort y potencia además su espacio y atributos como familiar. La ingeniería también evoluciona y ahora consume hasta 2,4 litros menos, al mismo tiempo que recoge los últimos avances de seguridad.
Estará disponible en junio desde 59.471 euros (diésel D5 de 225 CV), unas tarifas que mejoran ligeramente el precio de los modelos más exclusivos y lo emparejan con el VW Touareg. En septiembre saldrá una versión menos potente (D4 de 190 CV) que bajará a 53.900 euros con el mismo equipo de serie: siete plazas, tracción 4×4 y cambio automático.
La carrocería es mucho mayor y presenta el nuevo rostro que se aplicará en los próximos Volvo, con una parrilla más limpia y faros con luces led que dibujan un martillo tumbado (el del dios Thor, según la marca). Mide 4,95 metros de largo, 16 centímetros más, y crece otros cuatro a lo ancho, un estirón que refuerza su presencia y amplía todavía más la habitabilidad: las dos últimas plazas valen ahora para estaturas de hasta 1,70 metros, y el maletero pasa de 671 a 700 litros (tercera fila plegada). Pero la aportación estrella del nuevo XC90 es el confort, porque rueda con gran suavidad (especialmente con la suspensión neumática opcional), está muy bien aislado y tiene unos asientos excelentes, que se adaptan al cuerpo como un guante y son de lo mejor del mercado. Permite viajar como si se navegara sobre el asfalto.
Los motores también son nuevos, y se asocian a un cambio automático de ocho marchas (de serie) que remplaza al anterior de cinco y mejora el rendimiento. La versión D5 es la opción más asequible y recomendable: 225 CV, 5,7 litros de consumo (8,1 en el modelo saliente) y 59.470 euros. También hay un T6 de gasolina, con 320 CV, 7,7 litros y 70.633 euros, y un T8 híbrido enchufable (400 CV y 79.950 euros) que aporta 40 kilómetros de autonomía eléctrica y puede gastar 2,5 litros en los 100 kilómetros iniciales.
El conjunto resulta bastante redondo, aunque también hay aristas por pulir: se puede echar en falta una dirección de tacto menos artificial, levas para cambiar desde el volante (llegarán más adelante) y ciertos elementos, como las butacas eléctricas y la cámara trasera, que sorprende que haya que pagar aparte en un 4×4 de este precio y categoría.
Protección avanzada
La seguridad recibe una atención especial en todos los Volvo, pero el nuevo XC90 lleva la máxima un poco más allá. Por ejemplo, el sistema City Safety, o de frenado automático en ciudad (hasta 50 km/h), presenta en este modelo una funcionalidad más completa: reconoce objetos fijos y móviles, tanto de día como de noche, y es capaz de diferenciar entre peatones y ciclistas y reaccionar de forma específica. Junto a este dispositivo, llegan también dos innovaciones: el frenado automático en intersecciones, que puede evitar accidentes en los cruces, y el denominado Run-off road, pensado para las salidas de carretera en las que el coche salta (por zanjas, desniveles…). Se trata de un sistema de amortiguación en el asiento que protege la columna de los ocupantes. Además, en los vuelcos, los airbag laterales y de cabeza permanecen inflados varios segundos para maximizar la seguridad.
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