En palabras de Valentino Rossi: “Esta nueva R1 es la moto más parecida a mi M1 de carreras que he llevado en toda mi vida…”. Las pronunció en la presentación del nuevo modelo y el piloto italiano confesó haber participado muy activamente en su puesta a punto para convertirla en la mejor deportiva del momento. Yamaha ha aprovechado su experiencia en competición y la de sus equipos y pilotos oficiales para fabricar una moto extraordinaria, con un tamaño muy compacto y una relación peso/potencia espectacular: 200 CV para 179 kilos. El precio: 20.900 euros.
De carreras
La R1 tiene una variante todavía más profesional dirigida a un uso en circuitos. Cuesta 5.000 euros más (25.900), pero incluye componentes de competición (estructura de fibra de carbono, telemetría integrada, escape Akrapovic, amortiguadores electrónicos…) y ofrece un manejo y sensaciones todavía más estratosféricas.
Y ¿cómo se controla esto? La respuesta está en la electrónica de última generación, que permite pilotar y gobernar el modelo con una precisión y seguridad inusitadas. La centralita electrónica recibe información de múltiples sensores repartidos por el chasis y el motor, pero sobre todo destaca la incorporación del IMU (Inertial Measurement Unit), un dispositivo que mide reacciones inerciales en seis ejes y permite saber la posición exacta de la moto en tiempo real. Detecta el ángulo de inclinación, la frenada, el desplazamiento longitudinal y transversal, además de las revoluciones, la marcha engranada y la apertura de las mariposas al acelerar, entre otros parámetros. Y la guinda: se puede montar una unidad de control opcional que permite registrar todos los datos de la moto (telemetría) y descargarlos después en un móvil o tableta.
Mecánica de vanguardia
El proyecto ha partido de un folio en blanco, no hereda ni un solo tornillo de la anterior R1, todo es nuevo. El motor, de cuatro cilindros y 998 cc, gana compresión, estrena inyección y es más liviano. El cigüeñal, por ejemplo, es un 20% más ligero y ayuda a subir de vueltas con mayor facilidad y rapidez: los 200 CV se obtienen a 13.500 revoluciones. Los pistones también pesan menos; las tapas de los cárteres son de magnesio y hay una auténtica batería de detalles adicionales pensados para aligerar el conjunto y optimizar su eficacia y prestaciones.
El chasis, también 100% nuevo, es de doble viga de aluminio y deriva del de las Yamaha de MotoGP. Las llantas son de magnesio, pesan menos y mejoran la manejabilidad, y los frenos incluyen un ABS especial para circuito que permite frenar a fondo con la moto muy inclinada.
En acción
La posición de conducción es un acierto, y el motor resulta sencillamente sensacional: corre muchísimo, aunque lo hace con nobleza, y, a pesar de su empuje y enorme potencial, siempre se tiene la sensación de que todo está bajo control, gracias a la electrónica. La moto se puede llevar al límite (en pista cerrada) sin que el piloto deba soportar un estrés especial ni aprecie un comportamiento nervioso o delicado. La tecnología convierte en fácil lo que en su ausencia sería una tarea prácticamente imposible. Es, sin duda alguna, la mejor deportiva de alta cilindrada que se ha probado hasta la fecha.
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