Aunque pudiera parecerlo, nada tiene que ver con el Festival de Eurovisión. Afortunadamente… De lo que hablamos es de un gran encuentro para apasionados a las Harley-Davidson que cada año se celebra en el puerto de Grimaud, en el golfo de Saint Tropez, en plena Costa Azul francesa. Me habían aconsejado que acudiera en alguna ocasión a este evento, entre otras personas mi buen amigo Víctor Romero, gerente del concesionario Makinostra en Madrid. Y no le falta razón, como casi siempre porque de esto sabe un rato…
Había estado en otros encuentros similares en Europa (los americanos juegan en otra categoría) y el Euro Festival supera sin duda alguna a los que por ahora conozco. He podido descubrirlo gracias a un viaje organizado por Harley-Davidson para periodistas de Francia, Italia, Portugal y España. Desde cada uno de los países pusimos rumbo a Grimaud, en nuestro caso partiendo desde Barcelona y con una primera parada intermedia en Seté, otra población que también merece una visita cuando andemos por allí.
Para la ruta dispusimos de modelos de la gama Touring de la marca, todos con el nuevo y sorprendente motor Milwaukee Eight (de eso ya hablaremos en la prueba correspondiente). Yo pude elegir una estupenda Streed Glide de un impoluto (al menos al empezar) color blanco, que sería mi compañera durante cuatro días y más de 1.500 kilómetros. En el viaje combinamos tramos de carreteras secundarias (incluyendo los bellos parajes por la región de la Camarga) con otros de autopista cuando la premura de tiempo así lo exigía, como por ejemplo en el regreso urgente para enlazar con el tren o el avión que nos devolvía a los participantes en el viaje a nuestros respectivos lugares de origen.
Lo cierto es que la climatología no quiso ser demasiado generosa con los viajeros. El primer día no hubo demasiados problemas más allá de algo de viento, que se convirtió en un auténtico huracán a la jornada siguiente, acompañado además de temperaturas bastante bajas y lluvia persistente, en algunas ocasiones muy intensa. No eran las condiciones más agradables para rodar pero había que adaptarse y lo cierto es que las Touring sorprendieron con su aplomo en carretera cuando el vendaval parecía querer sacarnos del asfalto.
La llegada a Saint Tropez nos obsequió con una tregua que agradecimos después de cientos de kilómetros luchando contra las adversidades y el infernal tráfico de la red vial gala. Tampoco es que el sol luciera como suele prometer la publicidad turística de la región, pero al menos nos pudimos despojar del traje de agua y empezar a disfrutar ya sin estar empapados. La ubicación del Euro Festival es privilegiada para un evento de este estilo, una amplia zona conquistada a la costa en la que diferentes empresas han instalado barracones de madera (integrados con acierto en el entorno) que sirven de alojamiento vacacional en verano y para los participantes en la concentración durante ese fin de semana de mayo.
El resto del montaje es el que se espera de una organización que lleva más de una década puliendo detalles de la que se ha convertido en una de las citas principales del año para los apasionados de la marca. Un enorme escenario para conciertos en plena playa (con nada menos que ‘The Pretenders’ como cierre del sábado), una zona comercial amplía y bien distribuida, suficiente oferta gastronómica (aunque a precios europeos), un concurso de motos customizadas con especialistas de primerísimo nivel y, muy importante, cientos de kilómetros de maravillosos recorridos cercanos para poder recorrer al manillar de una moto en lo que se convierte en todo un espectáculo para los sentidos.
La oferta, como vemos, es de primera categoría y así lo demuestra que más de 20.000 motoristas procedentes de toda Europa haya pasado por Saint Tropez durante los cuatro días de la concentración 2017. Para los aficionados españoles, a diferencia de otros eventos continentales de este estilo, la ventaja fundamental es la proximidad: desde Barcelona se llega sin demasiadas prisas en una jornada de viaje y tampoco la distancia es muy superior desde otros puntos del eje pirenaico peninsular. Muchos harlistas sueñan con vivir la experiencia de concentraciones legendarias en Estados Unidos como Daytona o Sturgis; no voy a decir, por supuesto, que el Euro Festival sea comparable pero sí mucho más accesible… y asequible. Así que mientras seguimos esperando el momento anhelado de cruzar el Atlántico, la alternativa de Grimaud desde luego que me parece más que recomendable. Ya falta menos para 2018.
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