La propuesta en sí misma no podía ser más tentadora: conducir durante unas horas un McLaren 570S Spider e incluso dar algunas vueltas al circuito del Jarama. No llegué a imaginar que lo inicialmente se presentaba como lo más valioso de la experiencia se convertiría casi en lo menos importante de una jornada inolvidable gracias a Cars4Smiles.
Los coches superdeportivos resultan atractivos para la mayoría, incluso para aquéllos que en principio no muestran demasiado interés por los automóviles. Son llamativos, espectaculares, poco corrientes y capaces de despertar la admiración general como simples objetos de belleza y tecnología incuestionable. También les gustan a los niños y precisamente ese encanto es el que utiliza Cars4Smiles (coches para sonreír) en su intento de hacer más felices a pequeños que se encuentran en el siempre difícil proceso de superar una enfermedad.
Esta asociación sin ánimo de lucro, que surgió en Holanda pero que también desarrolla su actividad en España, organiza eventos periódicos para recaudar fondos para niños y jóvenes entre 12 y 21 años que sufren alguna enfermedad grave. La idea no por sencilla deja de resultar original y, sobre todo, efectiva. Cars4Smiles convoca a propietarios de automóviles deportivos para que los chicos puedan ejercer como copilotos tanto en un desplazamiento por carretera como durante algunas vueltas en circuitos como el madrileño del Jarama y el barcelonés de Montmeló. Además, plantean una serie de actividades paralelas durante la jornada para que la experiencia resulte incluso más atractiva.
McLaren Barcelona es uno de los patrocinadores de estos eventos. Y el distribuidor de la marca británica para el mercado español me ofreció la oportunidad de colaborar en la última cita de Madrid conduciendo un impresionante 570S Spider, que se convirtió en uno de los protagonistas indiscutibles de una reunión en la que no era fácil destacar: Ferrari, Lamborghini, BMW, Mercedes, Lexus, Lotus, Maserati, Porsche, Audi, Bentley… Todos modelos exclusivos, lo mejor de cada casa y puestos a disposición de unos niños que encontraban en su interior un argumento de peso para dejar atrás por unas horas el desafío cotidiano de su recuperación.
Lo cierto es que resulta complicado explicar con palabras el ambiente que se crea en Cars4Smiles. La sonrisa de los niños, su cara de asombro ante coches únicos, el nerviosismo de apreciar toda su potencia en la recta de un circuito, el sentirse centro de atención de un evento tan fuera de lo común… son sensaciones que deben de vivirse para entenderse por emocionantes, gratificantes y enriquecedoras.
Todo el programa se desarrolla, aunque resulta casi gratuito señalarlo, en un entorno de absoluta seguridad para los chicos y el resto de los participantes, no son necesarios grandes excesos para la diversión quede garantizada. Algunas aceleraciones en la línea de meta, vueltas al trazado al ritmo que marca un coche de neutralización, festival de derrapajes en el paddock o el desplazamiento de la caravana por carretera abierta con escolta de la Guardia Civil son argumentos más que suficientes para que un simple sábado se transforme en un recuerdo imborrable para quienes lo disfrutan.
Y también, como decía, para mí. Conducir un coche excepcional como el McLaren 570, un deportivo descapotable con ADN de competición y motor V8 de 570 CV, quedó en una simple anécdota frente a tantos otros momentos emocionantes. Esas sonrisas de los niños que busca Cars4Smiles resultan tan valiosa que eclipsan todo lo demás y dan sentido al esfuerzo de una organización y unos participantes que, de forma altruista, colaboran para que el evento sea posible.
En esta reciente cita de Madrid, por ejemplo, se entregó un cheque de 5.000 euros al Hospital 12 de Octubre para el desarrollo de un proyecto de clases de patinaje adaptadas a niños enfermos que contribuyan a hacer más llevadero su tratamiento. ¿Qué más se puede pedir?
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