Aunque haya señales evidentes de que ha llegado la hora de renovar el coche, no siempre es sencillo tomar la decisión. Se trata de una inversión importante y pueden existir otras prioridades que la posterguen, así que en la pareja o en la familia pueden existir puntos de vistas diferentes sobre la cuestión. Quizá las vacaciones (sobre todo si el desplazamiento no ha sido tan cómodo como se esperaba) son una buena época para reflexionar al respecto, así que vamos a recordar una serie de argumentos infalibles que ayuden a convencer a los más reticentes al respecto.
Invertir para ahorrar
Ya hemos dicho que inversión exigida para la compra de un nuevo coche es elevada. Nadie puede discutirlo, pero tampoco que los gastos que genera un vehículo en mal estado son igualmente altos. Con un automóvil de última generación ahorraremos en consumo de combustible pero también en mantenimiento. A partir de un determinado kilometraje, el deterioro inevitable de piezas y mecanismos exige reparaciones o sustituciones que pueden llegar a suponer un quebranto económico, las visitas al taller no suelen ser precisamente económicas. Y también hay que tener en cuenta otras partidas como el mayor importe en las zonas de aparcamiento regulado para los coches antiguos o la necesidad de pasar la ITV cada año si se superan los diez de vida.
La seguridad es lo primero
Aspecto prioritario donde los haya para justificar la renovación del coche. Las medidas de seguridad, activa y pasiva, avanzan de forma imparable y las diferencias entre modelos separados por tan sólo unos pocos años son evidentes. No existe una inversión más justificada que la seguridad, sobre todo si se trata de un coche familiar. Desde airbags repartidos por todo el habitáculo a espejos con avisador de vehículos en el ángulo muerto, cada detalle puede resultar esencial para evitar un accidente o protegernos cuando se produce.
Ganar en comodidad
Y si la seguridad se incrementa notablemente en los coches más modernos, el mismo principio se puede aplicar al confort de los vehículos. Los acabados y el equipamiento convierten los viajes en coche en algo mucho más gratificante en todas sus plazas. Supondrá un lujo a nuestro alcance olvidarnos de esa banqueta del asiento hundida, del aire acondicionado que enfría menos que un abanico o de cargar música en CD pudiendo disfrutar de las posibilidades de los formatos digitales. Y no hay que pensar en coches de alta gama para acceder a detalles que sí eran patrimonio de sólo unos pocos hace sólo unos años.
Aquello del qué dirán…
Mantener una póliza de seguro a todo riesgo hace tiempo que dejó de merecer la pena y, claro, los pequeños golpes de chapa se van acumulando, así que el aspecto de la carrocería es poco pulcro, por decirlo de algún modo… No es que el coche parezca salido de un desguace pero sí que llama ya un poquito la atención. El qué dirán quizá no nos importe demasiado, aunque la miradita de superioridad del vecino del 4º cuando aparca su flamante coche alemán empieza a resultar irritante. Además, bajarse de un modelo tan bonito como el nuevo será una forma más agradable de acabar el día tras una larga jornada de trabajo. ¿O no?
En beneficio de todos
El pequeño utilitario cumplía con su función hace unos años, pero ahora la situación es diferente y sus inconvenientes son ya un tanto cargantes. La suegra protesta, con razón, cada vez que tiene que acceder a las plazas traseras desde una de las dos únicas puertas disponibles. Y rescatar la baca y el baúl del trastero los veranos es un engorro porque en el maletero no cabe ni la cuarta parte de lo que se necesita para las vacaciones.
Velar por el medio ambiente
Ese petardazo humeante y tóxico que sale por el escape es tan bochornoso que hay que acabar con él. Al comienzo hemos mencionado las ventajas económicas claras de conducir un coche más eficiente, pero no menos importantes son las que acarrea para el medio ambiente. Si queremos un planeta más limpio, para nosotros y nuestros hijos, no podemos seguir contaminando de ese modo con un coche obsoleto.
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