A menudo los fabricantes de coches se encuentran con una difícil elección a la hora de desarrollar sus modelos más deportivos: ¿más potencia o menos peso? Tradicionalmente se ha optado por lo primero, aunque últimamente la segunda tendencia va ganando adeptos. La cuestión es la siguiente: ¿y por qué no un poco de las dos a la vez?
Es cierto que es algo realmente difícil de conseguir si hablamos de modelos de calle, pero si hablamos de ‘juguetes’ creados expresamente para disfrutar en circuito, la cosa cambia. Que se lo digan a KTM X-Bow, Ariel Atom y compañía, coches (o karts) ligeros, manejables y muy divertidos de conducir a pesar de ‘solo’ tener unos 250 CV de potencia.
Ahora llega un nuevo integrante a este selecto ‘segmento’, que apuesta por una nueva manera de interpretar la fórmula: mantiene un peso similar pero eleva los caballos a cifras que te ponen una sonrisa en la cara. Se trata del Quantum GP700.
El track car australiano pesa 700 kg, lo que combinado con su motor 2.7 biturbo de 700 CV le convierte en una bestia con una relación peso/potencia perfecta de 1/1. Combinado con una caja de cambios manual de seis velocidades, manda toda la fuerza al eje trasero, y ahí ya son tus manos las que se encargan de hacerlo danzar.
Con tal combo acelera de 0 a 100 km/h en 2,6 segundos, alcanza los 160 en cinco y su velocidad máxima se va hasta los 319 km/h.
Suena bien, ¿no? Sin embargo, y como sucede por norma general, un ‘bicho’ así está reservado solo a unos pocos pudientes que puedan permitirse pagar los 700.000 dólares australianos que cuesta.
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