Son frecuentes las actualizaciones anuales de los coches, pero es bastante más peculiar que una marca introduzca novedades (y ya no digamos de las importantes) en un modelo que apenas lleva nueve meses en el mercado. Y eso es precisamente lo que ha ocurrido con la nueva generación del Mazda CX-5.
El renovado todocamino ha comenzado su andadura comercial con buen pie, pero eso no ha sido impedimento para que Mazda haya querido optimizarlo en algunas áreas. El punto principal es la inclusión del sistema de desactivación de cilindros para el motor gasolina 2.5 Skyactiv-G, gracias al cual se apagan dos cilindros a velocidad de crucero, mejorando el consumo de combustible (aunque Mazda no ha concretado cuánto).
También se ha aprovechado para ampliar la dotación de equipamiento. Así, la variante de acceso recibe de serie las llantas de 17 pulgadas, faros LED, tapicería de paño y un sistema de infoentretenimiento con pantalla de siete pulgadas.
Toda la gama mejora su seguridad gracias a la inclusión del avisador de punto ciego y a la alerta de tráfico trasero cruzado, y desde el acabado intermedio se incorpora el paquete i-Activesense: sensor de lluvia, luces automáticas, control de crucero, asistente de frenada inteligente y asistente de mantenimiento de carril y de cambio involuntario. El fabricante ha anunciado que las mejoras supondrá un ligero aumento de precio del modelo, pero todavía se desconoce cómo afectará al Mazda CX-5 en España.
Sigue toda la información de EL MOTOR desde Facebook, X o Instagram