Lo vemos cada verano en el Tour de Francia y en casi todas las competiciones de ciclismo: los aficionados invaden la carretera para animar a los participantes, sin darse cuenta de que llegan a molestarles y hasta a ponerlos en peligro. En una subida de montaña el resultado es que el ciclista en cuestión acabe en el suelo, pero ¿y si hablamos de una carrera cuesta abajo con coches? El piloto no parece estar muy contento con el público.
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