El Rimac Concept-One fue el primer hiperdeportivo eléctrico, la antítesis de cero emisiones del Bugatti Veyron, un modelo de más de 1.000 CV que colocó el listón muy alto para ser el primer modelo de la marca. Por eso se daba por hecho que el siguiente sería todavía más espectacular, aunque nadie podía imaginar que llegara a los niveles de lo que finalmente ha sido el Rimac C_Two.
La compañía ha sabido evolucionar su lenguaje de diseño para que recuerde al original y a la vez tenga su propio estilo. Muestra una silueta muy larga, baja y ancha; lo que mejora la aeordinámica y rebaja el centro de gravedad; el flujo del aire está muy trabajado, las llantas están casi carenadas por completo y el sistema de apertura de las puertas es de lo más vistoso.
El interior no se queda atrás, combinando materiales como el cuero y el Alcántara con una cantidad ingente de fibra de carbono; al mismo tiempo, a par que mostrando un poderío tecnológico con un gran cuadro de instrumentos 100% digital y una consola central todavía más grande. Hablando de tecnología: tiene nivel 4 de autonomía, pero atendiendo a sus características técnicas es difícil que el conductor quiera dejar al coche que se encargue de todo.
Su sistema 100% eléctrico está formado por cuatro motores, uno en cada rueda, que entregan una potencia conjunta de 1.940 CV y un par máximo de 2.300 Nm, y por una batería de 120 kWh. Con esta combinación es capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 1,85 segundos y de llegar hasta los 412 km/h de velocidad punta. Además, homologa una autonomía de 640 kilómetros por carga aunque, tratándose del ciclo de homologación NDEC, su alcance real será bastante menor.
La marca ya ha confirmado que su producción comenzará antes de que termine el año, con una tirada de 150 unidades. Habrá tres versiones diferentes con la misma base: cupé, descapotable y una tercera por desvelar. Tampoco se conoce su precio, pero es fácil que sea más caro que el Concept_One, que roza el millón de euros.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.