Llega el verano y con él los viajes largos. Cierto que ni las carreteras ni las vacaciones son ya como antes. Aquella larga cola de 600 en blanco y negro camino de Benidorm el 31 de julio ha quedado ya para la historia y los informativos de televisión, que año tras año reponen por estas fechas lo que ya son imágenes para nostálgicos.
Pero aunque las caravanas ya no son lo que eran, las ciudades no se han acercado ni un centímetro. Un viaje de Madrid a La Coruña, a Cádiz o a la Costa Brava sigue teniendo su kilometraje, pero son muchas las personas que optan por este tipo de destinos y por desplazarse a ellos en coche.
No es una mala opción. Las carreteras por lo general son buenas, los coches han mejorado mucho, disponemos de aire acondicionado y estamos concienciados de la necesidad de parar cada dos horas. Y, sin embargo, una pregunta sobrevuela aún el ánimo del conductor… ¿qué debo comer en un viaje de más de cinco horas? ¿Es mejor evitar el café o tomar una ración doble? ¿Más vale no comer nada por si acaso me entra sueño?
Aclaremos primero que no comer jamás puede ser una opción. Aumenta la irritabilidad, disminuye la atención y puede llegar a suponer un peligro. Hay que comer igual que cualquier día, pero poniendo especial atención para evitar aquellos alimentos que pueden generar somnolencia.
Y el rey de esta lista son los azúcares directos. La bollería, los zumos de frutas y los refrescos azucarados pueden provocar cansancio, pues al ingerir gran cantidad de azúcar el organismo también libera insulina para metabolizarlos y se puede sufrir un bajón energético.
Tampoco son convenientes las grasas saturadas, como carnes o embutidos, ni los alimentos ricos en triptófano (leche, carnes, pescados y huevos). Evitarlos se hace especialmente necesario si vamos a conducir de noche.
En cuanto a lo que sí debemos tomar, la nutricionista Susana León recomienda la fruta y los hidratos de carbono de absorción lenta: pan, pasta, arroz integral o legumbre. También los frutos secos en lugar de los snacks, que se convierten en un doble peligro: no sólo dan sueño, sino que distraen de la conducción. Nada es más peligroso que circular con un paquete de Pringles en el asiento del copiloto.
Y es que, en general, las tiendas de las gasolineras están llenas de trampas: alimentos muy apetecibles para picar entre horas, pero muy malos compañeros de conducción. Eso sí, se puede aprovechar las paradas para consumir algo que sí ayuda claramente al volante: el café.
“Tomar bebidas o alimentos ligeramente estimulantes es lo mejor para conducir. Una buena opción es una taza de café o de té, refrescos con cafeína pero sin azúcar (como la Coca-Cola Zero) o una onza de chocolate negro sin azúcar, rico en teobromina. Las bebidas energéticas, en cambio, no son una buena idea: suelen llevar azúcar añadido, tienen gran cantidad de cafeína y pueden provocar taquicardias durante el viaje”, añade la nutricionista.
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