Todos los usuarios de las vías están obligados a obedecer las señales que establezcan una obligación o una prohibición. Lo afirma así el Reglamento General de Circulación, que exige además a los automovilistas “adaptar su comportamiento” al resto de las indicaciones reglamentarias que se encuentran en las vías por las que circulan.
Cada grupo de señales de tráfico recogidas en el código de circulación tiene una finalidad. Las redondas prohíben u obligan, las cuadradas y rectangulares informan u orientan y, por su parte, las triangulares (como el caso de la P-2) anuncian un peligro posible.
Así, las señales de advertencia de un riesgo tienen por objeto indicar a los usuarios de la vía la proximidad y la naturaleza de una amenaza difícil de ser percibida a tiempo. El objetivo es poner en alerta a los automovilistas para que moderen la velocidad o presten más atención a la carretera.
Además, la distancia entre la señal y el principio del tramo peligroso podrá indicarse en un panel complementario. Algunas de las placas, sin embargo, no siempre ofrecen un mensaje claro a los conductores o a los aspirantes a serlo.
A menudo, muchos estudiantes ofrecen una respuesta equivocada cuando la Dirección General de Tráfico pregunta por el significado de las señales. Ocurre, por ejemplo, con la P-2, con una llamativa aspa en el centro del triángulo.
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