Redes

Patanes al volante para la posteridad

Hasta hace poco tiempo, eran las autoridades de tráfico las que exclusivamente se encargaban a perseguir con sus cámaras y radares las infracciones en la carretera. Ahora ha surgido una casta de patanes al volante que se dedican a grabar sus fechorías en vídeo para, a continuación, difundirlas a los cuatro vientos, esto es hoy subirlas a las redes sociales. Tengo que reconocer que me debo estar haciendo mayor, porque hay cosas que ya se escapan de mi entendimiento. Ésta es una de ellas…

No voy a perder el tiempo (ni pretendo que lo hagáis vosotros) insistiendo en lo penoso de la actitud de algunos conductores, los juicios morales o legales quedan para otra ocasión. Poner en peligro la propia vida pero sobre todo la de otras personas resulta en sí mismo deplorable, no hay duda, pretender jactarse con ello adquiere ya la categoría de idiotez, especialmente sabiendo que hay muchas probabilidades de que te pillen… Y por desgracia no se trata de casos aislados, ni mucho menos. Cada poco nos sorprendemos con una barbaridad que empequeñece a la siguiente y me temo que es solo la punta del iceberg, que gran parte de ellas no salen a la luz.

Desde el que conduce un camión con los pies hasta los que echan carreritas (porque no tienen ni idea de lo que es una carrera de verdad) a 300 km/h por la circunvalación de Madrid, sin olvidar a tantos que se graban realizando las más variadas actividades en el interior de su vehículo. No sólo cometen tales tropelías sino que además son tan obtusos que las comparten en Internet, imagino que buscando un reconocimiento que alimente su ridículo ego. Si supieran lo que en realidad pensamos de ellos la mayoría…

Por fortuna, la Guardia Civil también tiene ojos en ese universo digital y se ha puesto manos a la obra para acorralar a tales personajillos. Me congratulo por ello. Estos replicantes ridículos de ‘Fast & Furious’ atentan contra la seguridad vial y además se jactan de hacerlo, realizan una apología que en mi opinión es acreedora de sanciones ejemplares: primero por cometer la infracción y segundo, por difundirla creyendo que gozan de impunidad.

Se trata de un pésimo ejemplo para la sociedad y especialmente para los jóvenes conductores, quizá los más sensibles a la moda de la exposición pública permanente en las redes. Confío en que la mayoría de las nuevas generaciones sean infinitamente más inteligentes que los otros imbéciles, pero por si alguno de ellos se siente tentado a imitarles, sólo un castigo ajustado a su ineptitud puede disuadirles de hacerlo. Estos delincuentes (lo son cuando la infracción pasa a ser delito) no pueden convertirse en una referencia sino en una vergüenza para la gente de bien.

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