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10 curiosidades del rodaje de ‘Easy Rider’ que la convirtieron en un mito
Este 20 de septiembre se conmemoran en el Radio City Music Hall de Nueva York los 50 años del estreno de la película que se convirtió en el símbolo de la contracultura americana.
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Una producción 'low-cost'
Easy Rider se rodó en siete semanas y costó menos de lo que costaba media temporada de Bonanza, la serie de televisión más popular de 1968. Nadie en Hollywood quería financiar el extraño proyecto de Dennis Hopper, un adicto al alcohol y al LSD que se había pegado con el legendario Henry Hattaway durante un rodaje. Desesperado, Hopper recurrió a su amigo de juergas Peter Fonda para encontrar el dinero. Gracias a las influencias del hijo de Henry Fonda, dos productores igualmente con reputación de “anarquistas” –Bob Rafelson y Bert Schneider– acabaron poniendo 360.000 dólares. Sólo en una sala, la primera semana, la película ya había recuperado todo el dinero que costó y en total recaudó la friolera de 40 millones de dólares.
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Un 'film' con alma de 'western'
Dennis Hopper era un apasionado del Salvaje Oeste y siempre defendió que Easy Rider era, en realidad, un western en moto. Los nombres de los personajes protagonistas –Billy y Wyatt– eran ya toda una declaración de intenciones y una referencia a Billy, el niño y Wyatt Earp. Pero la pasión de Dennis Hopper por el Far West iba peligrosamente mucho más allá: andaba siempre por el set de rodaje con dos revólveres Colt cargados... para terror del equipo de producción. No era lo más recomendable para alguien que solía ir habitualmente drogado hasta las cejas.
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Inspirado en el cine italiano
Pero además de consumir marihuana a kilos, el equipo creativo de Easy Rider también consumía algo aún más extraño en la América de finales de los 60: cine europeo. Hopper y Fonda repitieron en multitud de ocasiones que se inspiraron en la película italiana La escapada (1962) para hacer su cinta. La escapada es una road-movie escrita y dirigida por Dino Risi y protagonizada por Vittorio Gassman y Jean-Louis Trintignant que explica las extrañas peripecias de dos tipos un tanto excéntricos que cruzan Italia en un Lancia descapotable.
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Un caos total
Todo el germen de la película fue un despropósito. Dennis Hopper –a la sazón director del proyecto– y Peter Fonda se cansaron de escribir el guión y lo dejaron a medias, de modo que improvisaron la mayor parte a medida que avanzaban. De todos modos daba igual; la mayoría de las veces Hopper estaba tan colgado que se le olvidaban los diálogos. Tampoco ayudaba que, para ahorrar costes, el equipo técnico era el imprescindible y emplearon a hippies y lugareños rednecks para hacer de extras y sostener las cámaras.
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De las motos... nunca más se supo
Se construyeron dos unidades idénticas de la Captain América –la moto de Fonda– y de la Billy Bike –la montura de Hopper– de modo que el rodaje no tuviera que pararse en caso de que se averiara una. De estas cuatro unidades utilizadas en la película solamente queda una y paradójicamente es la que acaba completamente destruida en la escena final. Un restaurador avispado compró los restos y la reconstruyó. Se vendió a mediados de 2014 por la vertiginosa cifra de 1.350.000 dólares. Las dos Billy Bike fueron robadas nada más terminar el rodaje, igual que la segunda unidad de Captain América, desaparecida del garaje personal de Peter Fonda. Nunca más se ha sabido de ellas pese a la generosa recompensa que Harley-Davidson ofreció en su momento para recuperarlas.
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Policías antes que 'hippies'
Harley-Davidson se negó a proporcionar sus máquinas porque “los protagonistas eran unos delincuentes y drogadictos y era dañino para su imagen” de modo que las motos fueron diseñadas por dos preparadores –Cliff Vaughs y Ben Hardy– en su vetusto taller, siguiendo las indicaciones del propio Peter Fonda sobre la base de cuatro motocicletas Harley-Davidson Hydra Glide medio destrozadas, de 1949 y 1950, desecho de la policía y compradas por 500 dólares en una subasta. Cuando las motos fueron robadas, los mismos preparadores construyeron unas réplicas exactas a las empleadas en la película y que son las que ahora se exhiben en algunos de los más importantes museos del mundo como “originales”.
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Hopper odiaba las motos
Dicen que en el cine todo es mentira... y así era en el caso del amor a las motos de uno de los protagonistas. Dennis Hopper las odiaba con todas sus fuerzas. No sólo no sabía conducirlas, sino que le daban un miedo atroz y se pasó todo el rodaje maldiciéndolas y subiéndose a ellas solamente lo imprescindible para rodar las escenas. Su poca destreza al manillar y su “inadecuada” tendencia a conducirlas pasado de sustancias estupefacientes hicieron frecuentes sus caídas y sus ataques de ira. A pesar de eso, gracias al éxito de Easy Rider, las motos estilo custom dejaron de ser una excentricidad para convertirse en un estilo motociclista consolidado.
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Una banda sonora de excepción
Todavía hoy, medio siglo después, su banda sonora está considerada una de las mejores y más reconocibles de la historia del cine. Y no es para menos, ya que en ella intervinieron genios como Phil Spector, Byrds, Jimmy Hendrix -If 6 was 9- o Bob Dylan -que cedió el uso de su canción It’s Alright Ma–. El tema principal de la película, el archiconocido Born to be Wild del grupo californiano Steppenwolf, se convirtió en un fenómeno de masas y es todavía hoy un recurso común en campañas de publicidad o cualquier otro contenido musical que pretenda evocar la libertad y la rebeldía. Por cierto, en su letra se menciona por primera vez la expresión heavy metal.
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Ha nacido una estrella
Easy Rider -que en España se estrenó con el algo más melifluo título de Buscando mi destino- convirtió en estrellas a sus protagonistas... aunque estos nunca aceptaron ese rol. Pero, sobre todo, encumbró a un actor también con reputación de chiflado y al que solo contrataban para cintas de serie B llamado Jack Nicholson. La película supuso su inmediato despegue en la industria; fue nominado para los Oscars y para los Globos de Oro de ese año y Michelangelo Antonioni lo contrató para su película El Reportero. Easy Rider fue premiada como mejor opera prima en el Festival de Cannes, en 1998 fue considerada "cultural, histórica y estéticamente significativa" por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y en 2007 el American Film Institute la clasificó como la 84ª mejor película de todos los tiempos.
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El fin de una amistad
Antes de Easy Rider, Dennis Hopper y Peter Fonda eran amigos inseparables y compañeros de fiestas salvajes. Las juergas que se montaban ambos con los Beatles, Nancy Sinatra y otras amigas de la bella hermana de Peter -Jane- eran de escándalo. Sin embargo la película, o más bien los problemas que Hopper ocasionó durante su rodaje, les enemistaron para siempre y jamás volvieron a reconciliarse. Dennis acusó siempre a Peter de haber magnificado los conflictos para apropiarse del éxito de la película y apartarlo definitivamente de la industria y Fonda replicó que Hopper ya era un apestado antes del film y era él quien había arriesgado el dinero por un proyecto en el que nadie creía. Quizás por eso Billie siempre renegó de su papel mientras que Wyatt seguía acudiendo con frecuencia a eventos moteros con su propia Harley-Davidson y reivindicando la cultura custom como sinónimo de libertad.