Vitaminas mecánicas
El nuevo motor y bastidor mejoran la respuesta y el comportamiento de la R 1200 R, y definen una moto más completa y atractiva
Su estética ha cambiado, el motor ha cambiado y su bastidor y suspensiones también han cambiado. La BMW R 1200 R 2015 ha sufrido una profunda renovación, ha cambiado tanto que se puede hablar de un modelo nuevo, aunque mantiene la misma filosofía de antes: es una moto turística, pero con un toque lúdico y picante, como corresponde a una propuesta naked o sin carenado.
Una de las mayores novedades técnicas es que se ha sustituido el sistema de suspensión delantero tradicional de BMW, el Telelever, por una más convencional horquilla telescópica invertida. Y este cambio permite -y en cierto modo obliga- a renovar todo el bastidor, formado por un entramado de tubos de acero que unen la pipa de dirección con el eje del basculante y utiliza el motor para dar rigidez. También permite utilizar un solo radiador frontal para la refrigeración, en lugar de dos pequeños en los laterales, con la simplicidad que ello supone y el ahorro de diferentes elementos como manguitos, tubos, soportes y conexiones.
Del nuevo motor bóxer tenemos que recalcar la suavidad y finura de funcionamiento que nada tiene que ver con el antiguo, aparte de que es más potente (125 CV a 7.750 rpm) y otorga un mayor rango de utilización. La caja de cambios y el embrague multidisco van integrados dentro del cárter y giran en sentido contrario al del cigüeñal para minimizar vibraciones y proporcionar una respuesta más dulce a bajo y medio régimen. La transmisión secundaria es por árbol con cardan y detrás se mantiene la suspensión Paralever.
La electrónica permite seleccionar dos modos de conducción diferentes, Road y Rain (carretera y lluvia), y se puede pedir opcionalmente el paquete Pro que incluye otros dos más: Dynamic, o más deportivo, y User, que posibilita ajustar al gusto el motor, los controles de tracción y estabilidad y la suspensión electrónica. También se ofrece el sistema de cambio Quick Shift, para subir marchas sin tener que accionar el embrague ni cortar gas.
La ruta comenzó por ciudad, donde se pudo apreciar las buenas cualidades en cuanto a manejabilidad de la R 1200 R 2015, con un asiento bien situado y un peso nada exagerado. Después, por carretera, circulando por vías reviradas, el modelo terminó de revelarse como una moto convincente. Transmite calidad, como suele ser habitual en las BMW, y su dinámica ha dado un paso adelante. La nueva horquilla delantera le confiere un tacto amigable de moto “normal” y hace que frene mejor que antes. La guinda se puede poner con algunos equipamientos avanzados como la llave Keyless Ride o manos libres, que permite arrancar la moto sin tener que sacarla del bolsillo. Cuesta 13.600 euros.
Acento en la diversión
El afinamiento técnico y la postura de conducción, ahora más ergonómica, aumentan el disfrute a los mandos de la F 800 R
A diferencia de su pariente, la F 800 R es una propuesta de enfoque más deportivo, aunque mantiene un confort reseñable y resulta compatible incluso con el uso diario. Apareció en 2009, fue remozada en 2012 y llega ahora a su tercera evolución. Estéticamente se ha renovado con un diseño más fresco de las fibras laterales, los protectores del radiador, el guardabarros delantero y el frontal, presidido por un faro grande de forma trapezoidal.
El motor bicilíndrico paralelo de 798cc es el mismo pero revisado y ha recibido una pequeña inyección de tres caballos de potencia, pasando de 87 a 90 CV a las mismas 8.000 revoluciones. Las relaciones del cambio de marchas han variado en la primera y segunda velocidad y se puede pedir limitada para conducirla con el carné A2.
La parte ciclo muta con una nueva horquilla invertida, más moderna y eficaz, y con pinzas de freno de anclaje radial, también más capaces. Equipa llantas más ligeras, nuevos estribos para el conductor y un asiento más bajo. Como opción se ofrece el sistema de control automático de la estabilidad ASC y la suspensión electrónica ESA.
La posición de conducción es mejor que antes y, entre otras cosas, se llega mejor al suelo. El manillar es alto y plano, los brazos caen bien, la espalda queda erguida ligeramente inclinada hacia delante y el asiento es cómodo a pesar de ser bastante estrecho en su unión con el falso depósito. Las estriberas están un poco altas y retrasadas para una moto de turismo, pero logran acentuar su faceta deportiva.
El tacto de los mandos es agradable, todo funciona bien y transmite refinamiento. En entornos urbanos, su radio de giro es bueno; las dimensiones resultan manejables y su relativa ligereza ayuda a moverla con soltura. El motor responde bien desde abajo, sin protestar a pocas vueltas, y en cuanto pasa de 4.500 sube con energía hasta el límite, pasadas las 8.000. En marcha aporta un rodar aplomado y a ritmos normales parece ir sobre raíles. A mayor velocidad tampoco se aprecian oscilaciones reseñables ni es especialmente sensible a las juntas del asfalto. Ha mejorado con la nueva horquilla invertida.
Pero es en terrenos revirados donde la F 800 R gana más puntos. No es necesario exprimir su propulsor para sacar lo mejor, basta mantenerse en la “zona buena”, de 4.000 a 7.000 rpm, y siempre habrá potencia. Este detalle permite ahorrarse además varios cambios de marcha. En las curvas se muestra noble, y da confianza en los cambios de dirección y al abrir gas con la moto inclinada. Los frenos se notan más potentes y el ABS está muy bien regulado: solo entra en acción cuando se necesita. Al final, es apta para los pilotos noveles por su nobleza, pero tiene también el carácter suficiente para contentar a los más experimentados. Precio: 9.100 euros.
Sigue toda la información de EL MOTOR desde Facebook, Twitter o Instagram