Cuatro berlinas de línea cupé con mecánicas diferentes. El Volkswagen y el Kia llevan motores 2.0 turbo de gasolina, con 280 y 255 CV, que van acoplados a cambios automáticos de doble embrague y convertidor de par con siete y ocho marchas, respectivamente. Pero mientras el primero incluye tracción 4×4, la unidad de pruebas del Stinger era de propulsión trasera, aunque está disponible en 4×4, pero como opción. El Audi y el BMW equipan motores 2.0 turbodiésel de 190 CV con cambios automáticos de siete y ocho marchas, y tracción 4×4.
Los dos primeros confirman su mayor potencia con unas prestaciones muy brillantes y superiores a los diésel, sobre todo en aceleración: tienen nervio, empujan con contundencia y responden con carácter deportivo. En contrapartida, los dos modelos de gasóleo son también muy rápidos, pero sobre todo ofrecen una relación imbatible entre lo que corren y lo que gastan, porque tienen mucha fuerza, ganan velocidad casi sin que se note y consumen muy poco, la mitad que los de gasolina cuando se pasan los litros a euros.
Todos ofrecen una estabilidad muy buena, incluso con matices deportivos, e incluyen diferentes programas de uso, con modos Eco, Confort, Sport, etcétera. Permiten velocidades de paso en curva muy elevadas, circulan con mucho aplomo en autopista y, sobre todo, resultan muy fáciles y agradables de conducir, incluso a ritmos alegres.
Así, las diferencias están más en los matices, donde se impone el Audi, que ofrece un equilibrio de conjunto impecable, con la dirección más directa, balanceos de carrocería contenidos y un tacto y agilidad superiores en zonas viradas. Y no acusa el mayor peso del motor diésel sobre el tren delantero. Le sigue el Arteon, que se comporta muy bien, pero se aprecia algo más pesado y con más inercias que el A5, pero también con un agarre sobresaliente, aunque la unidad de pruebas incluía unas generosas llantas de 20 pulgadas que ayudan mucho.
El Kia está a la misma altura, con una conducción muy ágil y divertida, y un toque más deportivo, en parte porque la unidad de pruebas era de propulsión trasera, que mantiene la seguridad con la asistencia de las ayudas electrónicas. Y el BMW se sitúa un poco por detrás, con una dirección menos directa y movimientos de carrocería algo más sueltos que se traducen en reacciones menos inmediatas a las órdenes del conductor. Pero todo dentro siempre de una eficacia muy elevada.
Los cuatro frenan bien, tanto en distancia como por su equilibrio en caso de apuro, pero ninguno llega a sorprender. Sin embargo, el Kia y el Audi paran un poco mejor, por delante del Volkswagen, mientras el BMW necesita algún metro más para detenerse. Por último, todos ofrecen una calidad de conducción sobresaliente, aunque el Gran Coupé tiene un tacto de mandos menos refinado y unos pedales algo más duros que no resultan tan suaves como los de sus rivales. Y los asientos delanteros, más pequeños, sujetan menos el cuerpo en las curvas.
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