La industria de la automoción parece encaminada a conseguir los coches más eficientes y limpios posibles, pero todavía hay un reducto en el sector que apuesta sencillamente por la diversión al volante.
Y cuando hablamos de deportivos, los caminos hacia el éxito son dos: aumentar la potencia y reducir el peso. De lo primero se encargan motores cada vez más evolucionados y de lo segundo, el empleo de materiales cada día más ligeros.
Algunos, como el aluminio, son ya de uso común hasta en modelos de serie más habituales, pero en coches de grandes prestaciones el preferido es la fibra de carbono… hasta ahora. Porque Briggs Automotive Company (BAC) ha ido un paso más allá con su BAC Mono: es el primer automóvil del mundo en emplear grafeno en su carrocería. Un material en el que se han depositado grandes esperanzas en cuanto a la acumulación de energía para baterías y que ahora extiende su utilización a otros componentes del sector de la automoción.
El material, creado a partir de finísimas capas de carbono de un átomo de espesor, por el momento solo da forma a los guardabarros traseros del monoplaza, pero la compañía prevé extenderlo al resto de la carrocería. “Este trabajo de desarrollo es una prueba más de nuestra capacidad para trabajar con materiales innovadores de última generación”, comenta Neill Briggs, Cofundador y Director de Desarrollo de BAC.
Las ventajas del grafeno están claras, pues es un 20% más ligero que la fibra de carbono y tiene una resistencia 200 veces mayor que el acero. Cuando se reduzcan los costes, su utilización en vehículos de competición y de calle repercutirá en una mejora del comportamiento dinámico.
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