Además de superdeportivos dignos de James Bond, Aston Martin también ofrece al mercado modelos algo más modestos, accesibles para un público mayor, si es que así se puede considerar a un coche de 510 CV. El Aston Martin Vantage original se ganó el aplauso de crítica y público, y su relevo apunta en la misma dirección.
Y es que al mirarlo automáticamente se detecta ese aire familiar propio de la marca, pero también se aprecia un lenguaje de diseño mucho más arriesgado y en la línea del DB11, como en esa parrilla de enormes dimensiones que potencia tanto su agresividad. Los alargados faros o la joroba del capó ayudan a reforzar la sensación de morro largo, con una línea que se integra a la perfección en el techo y acaba rematada, de una manera sublime en un pequeño alerón que acopla unos grupos ópticos traseros sobre un difusor de lo más llamativo.
Lo que está oculto a la vista es igual de prometedor. Bajo la carrocería se encuentra un chasis de aluminio heredado y evolucionado del DB11 con un 70% de piezas nuevas, una suspensión adaptativa con tres modos (Sport, Sport Plus y Track) y un motor situado en posición delantera, pero retrasado lo máximo posible para conseguir un reparto 50/50 de los 1.535 kilos que pesa el modelo.
En el motor del Aston Martin Vantage hay que detenerse, puesto que se trata del segundo bloque AMG presente en un Aston Martin. Un 4.0 V8 biturbo que desarrolla 510 CV y 685 Nm de par, gestionados por una caja de cambios automática ZF de ocho relaciones y por un diferencial electrónico para llegar al eje trasero. Como resultado, una respuesta prácticamente inmediata que lo lanza de 0 a 100 km/h en 3,5 segundos y le hace llegar hasta los 314 km/h.
Ya se admiten pedidos (cuesta 154.000 euros en Alemania) y está previsto que las entregas de las primeras unidades tengan lugar en el segundo trimestre de 2018.
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