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Los influyentes empiezan a estar influenciados

La ingente cantidad de información accesible desde Internet me parece de un enorme valor para los usuarios. Conocer lo que una marca explica sobre sus productos, acceder a la valoración de especialistas en el asunto e incluso a la opinión de usuarios más o menos cualificados creo que es una bendición para los consumidores, que disponemos de más argumentos que nunca para decidir una compra… o renunciar a ella.

En los últimos tiempos me he aficionado a los análisis de productos en YouTube. Imagino que, como a casi todos, me resulta más sencillo y entretenido ver un vídeo cómodamente en la tele que leer un texto en ocasiones demasiado extenso y puede que farragoso (también tiene que ver con ocupar toda mi jornada laborar en algo similar). Lo hago con casi todos aquellos productos que me interesan o valoro para su adquisición y también, de cuando en cuando, con pruebas de coches para conocer el trabajo que se está desarrollando en el campo de mi actividad profesional.

En ese escaparate gigantesco de la distribución de vídeo aparecen creadores también de diversos estilos. Simples aficionados a una temática conviven con gurús de la misma, aunque los que más terreno han conquistado son los personajes influyentes que han surgido en este entorno ideal para el desarrollo de su tarea. Y dentro del fenómeno de los influencers encontramos, como en cualquier otro, una amplia variedad de planteamientos, talantes y capacitación. Separar el grano de la paja no siempre es fácil, aunque con algo de paciencia y observación se termina por conseguir, accediendo así a un material de excelente calidad.

Nada que objetar, por tanto, en este sentido. Más bien todo lo contrario, como usuario agradezco el esfuerzo de estos youtubers por acercar sus conclusiones a quienes están interesados en un determinado producto o servicio. Sin embargo, me llama la atención que algunos de ellos comiencen a tener una implicación demasiada cercana con el entorno empresarial, con los riesgos alarmantes que ello acarrea y que ya se han sufrido en el entorno de la prensa tradicional.

Me explico. En algunos casos tengo la sensación de que empiezan a flojear en la credibilidad, independencia y frescura que hacían de estos contenidos algo diferente y especial. Asisten a presentaciones invitados por las empresas, realizan sorteos de regalos que también les ceden las marcas, ofrecen descuentos en determinados establecimientos o los disfrutan ellos mismos, están remunerados directamente por sus servicios o dejan demasiado en el aire conclusiones esenciales con un cierto tufillo a intentar molestar sólo lo indispensable a los gigantes de la tecnología, la automoción, la moda o cualquier otro sector del que se ocupen.

Influencers

Ni que decir tiene que esa tentación de ceder ante el empuje de los poderosos no está directa ni necesariamente relacionada con lo anterior. Depende de las personas mantener la objetividad y la libertad de expresión, acudir a un evento o contar con apoyo comercial no debería traducirse por simple regla de tres en un condicionante para el creador del contenido. Pero lo cierto es que ocurre, supongo que como en los medios clásicos. Son influyentes que empiezan a estar influenciados y la tendencia me parece tan peligrosa como preocupante.

Por eso insisto en que la audiencia de este tipo de contenidos tenemos la obligación de aprender a discernir lo que es información y publicidad. Lejos de afirmar que el sistema de la prensa tradicional sea perfecto o infalible, sí que pienso que en estos nuevos territorios la posibilidad de fraude por la ausencia de un control más estricto es superior. Y me parecería una lástima que un soporte enriquecedor y de potencial inimaginable se viera cuestionado por los hábitos perniciosos de unos cuantos, que el océano de YouTube no son precisamente unos pocos.

Así que creo que, si realmente queremos aplicar esta valiosa herramienta a orientarnos en la elección de nuestro próximo coche o moto (que es el tema que nos ocupa en este espacio), no hay que quedarse en lo superficial o evidente, se debe dedicar algo más de tiempo y atención a lo que visualizamos y ser capaces de seleccionar las opiniones honestas (porque en algunas cuestiones la objetividad se eleva a lo utópico: siempre se opina de un producto desde un punto de vista personal) antes de caer en la trampa de la propaganda encubierta.

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