La nueva generación del Countryman llegó con un par de argumentos destacados, como ser el Mini más grande de la historia y su primer híbrido enchufable, pero le faltaba algo, le faltaba ‘chicha’. Pero la marca ya lo ha solucionado: saludad al Mini John Cooper Works Countryman.
Como en todas las variantes que lucen las siglas JWC, lo que prima en este caso es la deportividad, tanto a nivel estético como de conducción.
El habitáculo también recibe su dosis de deportividad mediante la luz de ambiente roja, la moldura del salpicadero de estilo carbono, el volante y la palanca de cambios de cuero y los pedales de metal.
Mini ha elegido el motor habitual en los JCW para darle vida al mini John Cooper Works: un bloque BMW 2.0 TwinPower Turbo que entrega 231 CV y 350 Nm de par máximo. Monta tracción integral de serie y se puede combinar bien con una transmisión manual de seis marchas, bien con una automática de ocho. En ambos casos acelera de 0 a 100 km/h en 6,5 segundos y alcanza los 233 km/h, aunque varían los consumos: 7,4 l/100 km para el manual y 6,9 para el automático.
Mini John Cooper Works Countryman también se beneficia de un selector de modos de conducción (Green, Mid y Sport), de una suspensión con un tarado más firme y de un equipo de frenos Brembo con pinzas de cuatro pistones en las ruedas delanteras.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.