231 CV para el Mini John Cooper Works Countryman

Estética agresiva y aceleración 0-100 en 6,5 segundos para la versión más deportiva del crossover compacto.

Mini John Cooper Works

Deportivo por fuera y por dentro.

La nueva generación del Countryman llegó con un par de argumentos destacados, como ser el Mini más grande de la historia y su primer híbrido enchufable, pero le faltaba algo, le faltaba ‘chicha’. Pero la marca ya lo ha solucionado: saludad al Mini John Cooper Works Countryman.

Como en todas las variantes que lucen las siglas JWC, lo que prima en este caso es la deportividad, tanto a nivel estético como de conducción.

El Mini John Cooper Works Countryman cuenta con un frontal específico, con parrilla hexagonal y marco rojo, tono que se repite en numerosos elementos de la carrocería: carcasas de los retrovisores, techo, vinilos y salidas de aire tras los pasos de rueda delanteros. Las llantas de 18 o 19 pulgadas tienen un diseño de cinco radios y en la zaga un difusor acoge dos salidas de escape.

El habitáculo también recibe su dosis de deportividad mediante la luz de ambiente roja, la moldura del salpicadero de estilo carbono, el volante y la palanca de cambios de cuero y los pedales de metal.

Mini ha elegido el motor habitual en los JCW para darle vida al mini John Cooper Works: un bloque BMW 2.0 TwinPower Turbo que entrega 231 CV y 350 Nm de par máximo. Monta tracción integral de serie y se puede combinar bien con una transmisión manual de seis marchas, bien con una automática de ocho. En ambos casos acelera de 0 a 100 km/h en 6,5 segundos y alcanza los 233 km/h, aunque varían los consumos: 7,4 l/100 km para el manual y 6,9 para el automático.

Mini John Cooper Works Countryman también se beneficia de un selector de modos de conducción (Green, Mid y Sport), de una suspensión con un tarado más firme y de un equipo de frenos Brembo con pinzas de cuatro pistones en las ruedas delanteras.

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