Antiguos geoglifos milenarios arrasados por el paso de vehículos en Atacama

El auge del turismo de deportes de motor en la zona, gracias a rallies tan famosos como el Dakar, ha ayudado a consumar el desastre.

Líneas Atacama

Foto de la Fundación del Desierto de Atacama.

Los geoglifos son enormes figuras creadas en el suelo de paisajes áridos, mediante la retirada o alteración de piedras y tierra. En el desierto de Atacama, estas figuras, que representan animales, seres humanos y objetos, fueron talladas por pueblos indígenas hace más de 3000 años. Estas impresionantes obras de arte ancestral han sido preservadas durante siglos, convirtiendo Atacama en un área invaluable para la arqueología y el patrimonio cultural de Sudamérica.

Las culturas indígenas prehispánicas que habitaron el desierto de Atacama, como los atacameños y los incas, fueron las responsables de crear los geoglifos. Estas civilizaciones usaban las figuras como símbolos religiosos y de comunicación, representando su cosmovisión y actividades rituales. Muchos de estos geoglifos fueron realizados en laderas o zonas planas del desierto, y su conservación ha sido sorprendente a pesar de las extremas condiciones climáticas del lugar.

En los últimos años, el auge del turismo y las actividades recreativas con motos, quads, pick-ups, todoterrenos y buggies ha puesto en riesgo la conservación de estos antiguos geoglifos. Sin conocer el valor histórico y cultural de las figuras, muchos usuarios de estos vehículos recorren el desierto de Atacama, dejando profundas marcas en el suelo. Estas huellas de neumáticos atraviesan los geoglifos, destruyendo irremediablemente parte del legado ancestral que ha perdurado durante milenios.

Rally Dakar

Una investigación llevada a cabo por la Universidad de Chile, indica que desde 2009, el Rally Dakar ha convertido el norte de Chile en su escenario. Con los vehículos pesados y motocicletas cruzando a alta velocidad el desierto de Atacama, incidiendo sobre los daños causados al patrimonio arqueológico de la región. Vestigios de civilizaciones antiguas han sido alterados o destruidos por la competición, sin que se hayan considerado completamente estos impactos en la planificación del evento.

Informes del Consejo de Monumentos Nacionales revelan que entre 2009 y 2011 se destruyeron 283 sitios arqueológicos, el 58,2% de los registrados. Geoglifos, caminos del Inca y otros sitios históricos fueron gravemente afectados, mientras que el rally se disputó en la zona. Pese a los esfuerzos por delimitar rutas, los competidores a menudo sobrepasan los límites en su afán por ganar, causando daños irreparables. Otras pruebas automovilísticas también se han ido disputando en el área del desierto de Atacama.

Los drones como arma arqueológica

Los geoglifos no son visibles a ras del suelo. Para ver estas maravillas arqueológicas, al igual, por ejemplo, que las líneas de Nazca, deben ser observadas desde el aire. Por eso, los drones han sido fundamentales para conocer la destrucción real. Las imágenes captadas por estos aparatos revelan el impacto devastador de las actividades motoristas. Las cicatrices dejadas por los vehículos son claramente visibles, y en algunos casos, han destruido tramos completos de las figuras. 

A pesar de las denuncias y llamados de atención, las autoridades aún no han logrado implementar medidas efectivas para detener el tránsito no regulado de vehículos sobre los geoglifos, lo que pone en peligro su preservación futura. Luis Pérez Reyes, director del Museo Regional de Iquique, ha expresado su profunda preocupación por la destrucción de estos sitios patrimoniales. Considera que la falta de regulación y conciencia ha permitido que este desastre cultural siga avanzando. 

Tragedia cultural

Pérez, quien desde niño desarrolló un profundo amor por los geoglifos, asegura que su estado actual es “una tragedia” y alerta sobre la necesidad urgente de tomar medidas más contundentes. Cada año, cientos de corredores todoterreno de diversas partes del mundo se reúnen en el desierto de Atacama para competir en carreras de motos, jeeps, quads y buggies. Las huellas de neumáticos quedan marcadas en la arena, y una parte de estos frágiles trazos milenarios desaparecen sin posibilidad de restauración.

A pesar de las denuncias hechas por el Museo Regional de Iquique y diversas organizaciones conservacionistas, el daño a los geoglifos continúa. Luis Pérez lamenta la inacción de las autoridades a pesar de las pruebas presentadas, incluyendo fotografías y videos de vehículos circulando sobre las figuras. Afortunadamente, este problema se está haciendo viral y alguno de los diarios más prestigiosos del mundo, como la edición de Chile de El País o el New York Times, están denunciando la situación.

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