El número de vehículos que circulan con neumáticos en mal estado en España es preocupante. Además de ser el elemento de unión del coche con la carretera y, por tanto, esencial para mantener su control, también afecta a otros sistemas y elementos mecánicos. Y esto los conductores no lo suelen tener muy en cuenta.
Ya va siendo hora de conocer qué elementos mecánicos pueden estropearse si descuidamos el mantenimiento de los neumáticos. Para simplificar, estas son las tres deficiencias que más problemas nos van a acarrear: tener más presión de la debida, llevar los neumáticos poco hinchados y tener un plano. Y los elementos más sufridos son la suspensión, las rótulas, los rodamientos, las llantas y hasta el propio bloque motor.
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Presión excesiva
Llevar los neumáticos del coche con una presión por encima de la recomendada supondrá un desgaste prematuro de la parte central, con la consiguiente pérdida del dibujo, provocando problemas de agarre.
- De la mecánica, será el sistema de suspensión el afectado, pues podría llegar a tener un rebote excesivo por la fuerza ejercida por el neumático, ya que no absorberá prácticamente ninguna irregularidad del terreno.
- Como también pueden producirse excesivas vibraciones, estas pueden afectar a diferentes partes mecánicas, dirección, alineación, etcétera. Y al final, llegar a tener que cambiar amortiguadores. Y el coste no es poco: en provincias como Barcelona y Madrid, puede costar hasta 1.500 euros según los modelos, con un precio medio de más de 700 euros, como refleja un estudio de Tallerator.
Poca presión
Si los neumáticos han perdido presión y esta se encuentra por debajo de la que le corresponde (indicada por el fabricante del vehículo), las gomas se desgastarán por los laterales, tanto internos como externos. Los problemas no tardarán en aparecer: en primer lugar, se pierde agarre y estabilidad, y lo más grave es que las gomas lleguen a separarse de las llantas. Esto hará que no se pueda controlar el coche… y el accidente esté garantizado.
Un ‘plano’ en los neumáticos
Un plano es ese desperfecto que sufre la goma tras una frenada con bloqueo de las ruedas, lo que no se produce en los vehículos con ABS. Este sistema es obligatorio en los coches nuevos desde 2003, por lo que la mayoría de los turismos que circulan en España ya lo integran, pero no todos. En ese caso, si se produce un plano, los riesgos son varios.
- Además de que hay partes de la suspensión que se resentirán (se producen muchas vibraciones y deben trabajar en exceso), los rodamientos de las ruedas sufrirán muchísimo y se estropearán, convirtiendo el problema mecánico en algo muy peligroso. Cada vez que la zona plana contacte con el asfalto, el rodamiento recibirá un “impacto” que puede deteriorarlo antes de tiempo. La revisión de este elemento en condiciones normales se suele hacer a los 160.000 kilómetros. La necesidad de cambiar los rodamientos se nota por el ruido que causa la pieza: lo normal es sentir traqueteo y vibraciones. El arreglo supone unos 200 euros.
- El plano del neumático también hará que vibren las juntas homocinéticas que unen los palieres con las ruedas. Y mucho ojo, porque esta tampoco es una avería barata. Y peligrosa si, además, se produce la rotura de una de las juntas. Si sucede, nos podemos encontrar con una cascada de averías importante. Por ejemplo: las ruedas no reciben potencia. O sea que el coche pierde velocidad si vamos en llano o en subida y se desboca en bajada. Sucede porque, como suele decirse popularmente, “el motor queda suelto”. Además, si mantenemos el pie en el acelerador, dicho motor se revoluciona en exceso y no “retiene”. Por tanto, al no tener conexión con las ruedas, el motor no se puede usar como “freno” aunque soltemos el acelerador, como ocurre normalmente. En este caso, tendremos que parar el coche únicamente con los propios frenos.
- El exceso de vibración que causa un plano en el neumático también puede averiar la dirección (en concreto, rótula de dirección).
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