Mientras que España ya nos chirría ver como el ayuntamiento de Madrid se gasta dinero público en comprar dos Renault Mégane R.S. para el cuerpo de policía, en Estados Unidos acostumbran a que sus cuerpos de seguridad conduzcan juguetes bastante más impresionantes.
Dodge lleva tiempo suministrando vehículos a la policía, y de hecho cuenta entre sus modelos con una edición especial del Charger denominada Pursuit completamente equipada para hacer cumplir la ley. Ahora, con el remozado que ha sufrido el modelo de serie, también se actualiza su variante policíaca.
Estéticamente es similar, pero luce los colores negro y blanco del cuerpo además de añadir algunos extras. El primero es el paragolpes delantero, reforzado para poder llevar a cabo embestidas; también tiene luces supletorias sobre los retrovisores y otras en el techo. Las llantas pasan a ser un elemento secundario en un vehículo así, por lo que son de hierro.
El interior se ha adaptado a los agentes. La consola central cuenta con un nuevo interfaz más sencillo, cuenta con una rejilla para separar la parte delantera de la trasera, los asientos son específicos para acomodar a los agentes con sus cinturones cargados con el arma, las esposas, etc; y se ha añadido al equipamiento un sistema de radio.
A nivel mecánico monta un bloque V8 de 370 CV, que puede asociarse tanto a un sistema de tracción trasera como total, con el que hace el 0-100 en menos de seis segundos; y con un 3.6 Pentastar V6 de 292 CV. Las mejoras respecto a la versión civil se centran en el sistema de refrigeración de los frenos, el tamaño de los mismos y una suspensión delantera más resistente.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.