¿Por qué este 4×4 de guerra acabó pintado de rosa?

Su color de camuflaje convirtió en míticos a los Land Rover "Pink Panther" empleados por los agentes especiales del SAS en Oriente Medio.

pink panther

El color rosa pasaba especialmente inadvertido al amanecer y al anochecer.

Cuentan algunos historiadores especializados en la marca de Coventry (Inglaterra) que las primeras unidades que recibieron las fuerzas especiales británicas del SAS de sus flamantes Land Rover desérticos iban pintadas de un amarillo tierra más convencional, pero que el inmisericorde ataque continuado del sol y el calor abrasador acabaron decolorando la pintura original y dándole un peculiar tono rosa.

Hartos de pintar y repintar, los militares –siempre pragmáticos– finalmente decidieron hacer de la necesidad virtud y dejar sus vehículos de ese color… Sobre todo porque descubrieron que resultaba un camuflaje sorprendentemente eficaz en las cambiantes condiciones de la luz crepuscular en que solían desarrollarse las operaciones clandestinas del legendario Special Air Service.

Fuera cual fuera el origen de su inusual decoración, lo cierto es que el color rosado les hizo ganarse muy pronto el cariñoso apelativo de “Pink Panther” (‘pantera rosa’) o “Pinkies” a unos vehículos cuyo aspecto amable no debe llevarnos a engaño: fueron diseñados para convertirse en el indestructible medio de transporte de los agentes al servicio de Su Graciosa Majestad que operaban en Oriente Medio.

Porque puede que un Aston Martin sea lo mejor para moverse por Londres, Montecarlo o Moscú en busca de Martinis agitados (no revueltos)…, pero si se trata de atravesar las dunas del desierto libio o del Néguev jordano, entonces hasta el mismísimo James Bond –por cierto, antiguo miembro del SAS– preferiría uno de estos Land Rover adaptados a un uso extremo.

sustituyendo al jeep

Hay que entender que la misión de estos extraños 4×4 no era tanto la de vehículo de combate en sí mismos como la de infiltrar rápidamente a los comandos de operaciones especiales en algún escenario hostil.

Desde la Segunda Guerra Mundial, y hasta principios de los 60, el Jeep fue el medio elegido por el SAS para este cometido, pero ante la evidente carencia de prestaciones, autonomía y capacidad de carga del ya obsoleto todoterreno americano, se hizo urgente encontrarle un sustituto.

La respuesta de Land Rover al requerimiento del Ministerio de Defensa llegó en 1967 en forma de una versión muy especial y preparada de un 109 Serie II A90. Iba propulsada por un motor de gasolina de 2.25 litros cuya potencia había aumentado de los 69 CV de origen a los 77 CV, subiendo la ratio de compresión a 8:1 e incorporando un sistema de bujía doble por cilindro.

Por razones obvias, la mayoría de los “Pinkies” montaban neumáticos “balón” de baja presión para su uso en arena aunque –por supuesto– hubo versiones equipadas con gomas asfálticas, de montaña y hasta con ruedas-guía para circular sobre raíles.

Los 378 litros de combustible que transportaba cada “Pantera Rosa” se repartían entre cuatro depósitos, dos de ellos externos, que obligaron a reforzar el chasis de modo que pudiera soportar esta carga extra. Para intentar aligerar el peso del conjunto se recurrió al expeditivo método de suprimir puertas, ventanas, techo y parabrisas, considerados totalmente superfluos para las tareas asignadas.

Aún así, el peso total en orden de combate del “Pink Panther” –es decir, con todo el combustible, armamento y munición– creció hasta los 3.050 kilos, lo que significaba casi 500 más que el de un Land Rover 109 estándar.

Preparados para sobrevivir

Más allá de sus características mecánicas y estructurales, los imponentes “Pinkies” estaban dotados del material y equipamiento necesarios para que sus cuatro tripulantes –los comandos del SAS siempre están formados por cuatro integrantes– pudieran afrontar cualquier misión desértica con garantías de éxito.

Incluían emisor-receptor de radio de alta y baja frecuencia, lanzadores de humo y de bengalas, redes de camuflaje antiaéreo, planchas para terreno blando, botiquín, caja de herramientas, extintores, espejos señalizadores, luces tácticas, tiendas de campaña y sistemas de orientación ópticos y magnéticos, ya que la navegación se hacía todavía a base de brújula y teodolito.

Land Rover suministró igualmente un depósito suplementario de agua potable, si bien en la mayoría de ocasiones los ocupantes prescindían de este por restarles habitabilidad y simplemente llenaban de agua uno de los de gasolina… (Lo cual estaba estrictamente prohibido por el reglamento, como es fácil suponer).

La resistencia de los vehículos “Pantera Rosa” se hizo casi legendaria, y buena prueba de ello es que aguantaron sin más problemas que los habituales de mantenimiento casi dos décadas de castigado servicio en los destinos más duros y peligrosos, desde Omán a Irlanda del Norte.

El Land Rover Defender 110 HCPU.

En 1985, sin embargo, fueron dados definitivamente de baja y reemplazados por los más modernos Land Rover Defender 110 HCPU. Ya no iban pintados de rosa, pero todo el mundo en el SAS los sigue llamando todavía hoy “Pinkies”.

Solamente se fabricaron 72 unidades de los “Pink Panther” originales, de las cuales quedan únicamente unas 20 y la mayoría de ellas en museos. Se han convertido en piezas codiciadísimas por los coleccionistas y eso ha hecho no solamente que su precio pueda llegar a alcanzar las 100.000 libras, sino que hayan aparecido en el mercado algunas imitaciones que no son, en realidad, otra cosa que modelos “normales” de Land Rover 109 de los años 70 pintados de rosa y convenientemente cargados de atrezo militar.

Al fin y al cabo, es cosa sabida que a todos los mitos les salen imitadores… y la Pantera Rosa no iba a ser una excepción.

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