El mundo acaba de poner el cuentakilómetros a cero, 1 de enero, y no es un buen día para conducir: las carreteras se atestan y las cabezas se embarullan: millones de conductores regresan a casa (entre las 19:00 y las 21:00 son horas muy desfavorables, según la DGT) y muchos de esos automovilistas, además, estarán conduciendo con resaca.
Dolor de cabeza, boca seca, falta de apetito, fatiga, náuseas, alteraciones visuales, irritabilidad, temblores… La ciencia establece una larga lista de síntomas para un mal que un gran número de personas han sufrido alguna vez. El primer día del año, todavía más.
Y todo el malestar que cabe en el concepto “resaca” se transforma en un enemigo peligroso para el automovilista, al mismo nivel que hablar por teléfono o conducir con una elevada tasa de alcoholemia. Hay varios enfoques científicos para abordar este asunto, pero las conclusiones son las mismas: el día después es aconsejable dejar el coche a un lado.
Un estudio de Centro Zaragoza, instituto de investigación sobre vehículos, concluye que la ingesta de alcohol causa deshidratación durante el día posterior, además de la dilatación de los vasos sanguíneos y la pérdida de glucosa en sangre. Es decir: sensación de fatiga.
Y un conductor cansado (y probablemente con sueño) tarda más en reaccionar, se distrae con más facilidad y comete más errores al volante. Esto quedó bien patente en un estudio realizado hace unos años por la Universidad de Brunel (Reino Unido).
La investigación se centró en el comportamiento de un grupo de personas tanto en condiciones normales como con resaca, y los resultados demostraron que las consecuencias negativas de beber alcohol permanecen al día siguiente.
Según este estudio, los conductores resacosos sobrepasaron los límites de velocidad cuatro veces más, multiplicaron por cuatro las invasiones del carril contrario, condujeron más deprisa (15 km/h más de media) y cometieron el doble de infracciones en semáforos y señales de Stop.
No todas las personas asumen la ingesta de alcohol de la misma forma y tampoco sufren los efectos posteriores exactamente igual, pero, para hacerse una idea de la sensación de conducir con todos los síntomas descritos más arriba, Ford presentó hace unos días el traje de conducción con resaca.
Con un peso de más de 17 kilos, está compuesto por un chaleco especial, pesas de muñeca y tobillo, gorra, gafas y unos auriculares. Todos estos elementos combinados simulan esos síntomas clásicos (fatiga, mareo, dificultad para concentrarse…) que deberían evitarse en la carretera.
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