Un semáforo, a priori, es un elemento familiar, reconocible y con el que todo conductor sabe interactuar. Sin embargo, no todos son iguales ni presentan la característica estructura de una luz verde, otra ámbar y otra roja; algunos intentan reinventar la fórmula, algo que en ocasiones sale bien y en otras es un desastre. Los que se han estrenado en Massachusetts forman parte del segundo grupo.
En esta región de los Estados Unidos ha empezado a utilizarse este dispositivo que se define como “balizas híbridas para peatones” y que han causado una confusión enorme tanto entre las personas que van a pie como en los conductores.
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El formato en sí ya resulta llamativo, puesto que tiene tres focos de luz formando un triángulo que, además, están duplicados. En una primera fase están todos apagados, lo que significa que el conductor puede continuar. En la segunda empiezan a parpadear en amarillo las dos luces inferiores, indicando que hay que reducir la velocidad. En la tercera las luces amarillas se quedan fijas, indicando a los conductores que se tienen que preparar para parar.
En la cuarta las luces superiores se encienden en rojo, indicando a los vehículos que se detengan y a los peatones que crucen. Por último, en la quinta las luces rojas empiezan a parpadear, indicando que el semáforo se va a abrir, por lo que los que van a pie deben apresurarse para salir del paso y los coches deben esperar y ponerse en marcha cuando todo este despejado.
Se trata de un sistema mucho más complejo del habitual que, lejos de agilizar el proceso y mejorar la seguridad de todos los implicados, lo que ha hecho es confundir a todos ellos.
Los datos demuestran que no es un buen sistema
Según los datos recabados, el 9% de los conductores se paró cuando no había ninguna luz activada, seguramente identificando que, al no haber verde, no podían proceder. Además, cuando las luces amarillas parpadeaban el porcentaje subió al 19% y, cuando éstas se tornaban sólidas, se detenía el 30%.
Por otro lado, cuando las luces rojas estaban fijas, un 25% de los conductores se saltaron el semáforo, cifra que ascendió al 65% cuando se trataba de luces rojas parpadeantes.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.
