Las lluvias intensas transforman las carreteras en auténticas pistas de patinaje. Los charcos, especialmente los que se forman en zonas bajas con poco drenaje, se convierten en trampas para conductores desprevenidos. La profundidad y el tamaño de estas balsas de agua pueden variar considerablemente, pero todas comparten un denominador común: representan un riesgo significativo para la seguridad vial.
Es claro que las lluvias afectan a la visibilidad, pero cuando se conduce a través de un charco profundo, el agua que se esparce la reduce drásticamente. Además, las salpicaduras de agua pueden empañar los parabrisas y los faros, dificultando la visión del conductor. Incluso provocando deslumbramientos al que se sienta tras el volante, ya que, adicionalmente, la superficie del agua puede actuar como un espejo, reflejando las luces de los vehículos que vienen en sentido contrario.
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Seguridad vial
Al adentrarse a gran velocidad en un charco, el coche puede experimentar un fenómeno conocido como aquaplaning. El agua se acumula entre los neumáticos y el asfalto, creando una película que reduce sustancialmente la adherencia. En estas condiciones, el vehículo pierde contacto con la carretera y se desliza, haciendo prácticamente imposible controlar su trayectoria. La pérdida de control puede desencadenar una serie de maniobras evasivas peligrosas y aumentar considerablemente el riesgo de colisión.
Otra de las graves consecuencias a las que se enfrenta un vehículo al pasar sobre un charco, es que se frene en seco por la cantidad de agua acumulada en ese punto del asfalto, poniendo en peligro a los vehículos que vienen por detrás. Puesto que no puedan frenar a tiempo cuando se encuentran con un coche más lento de repente.
Consecuencias mecánicas
También se pueden generar graves problemas mecánicos al conducir a toda velocidad a través de charcos profundos. Por ejemplo, el agua puede penetrar en los frenos, reduciendo su eficacia y aumentando la distancia de frenado. Además, el impacto del agua contra los componentes de la suspensión y los rodamientos de las ruedas puede causar daños y afectar el manejo del vehículo. En casos extremos, el agua puede entrar en la admisión del motor, lo que puede provocar daños internos graves e incluso detener el vehículo en plena marcha.
La electrónica del automóvil también es vulnerable a los efectos del agua. Los sensores, los sistemas eléctricos y los componentes electrónicos pueden dañarse si entran en contacto con el agua. Un cortocircuito eléctrico puede causar múltiples fallos en el vehículo, desde el fallo de los sistemas de seguridad hasta la inmovilización completa del automóvil. En conclusión, conducir a gran velocidad a través de charcos representa un riesgo significativo tanto para la seguridad del conductor como para la integridad del vehículo.
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Entusiasta del motor en toda su magnitud, preferiblemente los V12. Le dijeron que cuatro ruedas eran mejor que dos, por eso se compró otra moto. Claro que también le apasiona cuando van las cuatro juntas. Ha trabajado como creativo publicitario para muchas marcas de coches y motos e hizo la mili en esto de juntar letras en la editorial Luike.