Los otros conducen mal. Nunca ponen los intermitentes, corren demasiado, no respetan las señales. Los demás conductores tienen la culpa de todo. De los atascos, de los accidentes, hasta de la existencia de los radares.
Puede que sea el momento de la autocrítica. ¿Seguro que te comportas adecuadamente en el coche? ¿Que no aceleras más de la cuenta, que no usas el móvil, que cumples todas las normas. Es más, ¿puedes asegurar que las conoces todas? En El Motor te ponemos a prueba: mira con atención estas señales y responde con sinceridad: ¿tienes idea de lo que significan?
El origen de muchas de las señales se remonta a 1908, cuando se celebró en París el I Congreso Mundial de la Carretera, un evento que aún hoy se sigue organizando. Solo un año después, nueve Estados europeos establecieron unos criterios comunes para garantizar la rápida comprensión y reconocimiento de las señales por parte de los usuarios en las vías públicas y adoptaron el uso de cuatro símbolos: curva, peligro, intersección y paso a nivel.
En 1949, cuatro años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, se unificaron en toda Europa el resto de señales. Capítulo aparte merece el caso de Estados Unidos, que desarrolló su propio sistema de señalización vial, aunque en 1960 comenzó a adoptar la simbología internacional.
Fue ocho años más tarde (1968) cuando Naciones Unidas convocó la Conferencia de Viena sobre el Tráfico de Carreteras, para estandarizar las señales y normas de circulación en buena parte del planeta. Más de cincuenta países (todos los europeos, gran parte de los asiáticos y un buen número de africanos) han suscrito este tratado que define la señalización vial en casi todo el mundo
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