KTM, la marca austriaca líder en el segmento de la moto de campo (enduro, motocross y aventura), acaba de llamar a revisión a una serie de modelos de su gama. Han detectado un problema en la horquilla de suspensión delantera y deben verificar cada una de las unidades ya vendidas para evitar mayores complicaciones. Una práctica que no tiene nada de extraordinario, es bastante habitual entre fabricantes de coches y motos, pero que algunos interpretan como una debilidad de quienes la llevan a cabo, lo catalogan como preocupante por cuanto consideran que puede afectar a la calidad del producto, su fiabilidad o incluso la seguridad.
Hay quien aprovecha estas campañas para desacreditar a una marca o modelo, generalmente clientes insatisfechos por experiencias propias o incondicionales de un producto de la competencia, regodeándose así de la superioridad de su elección frente al afectado por este inconveniente. Esta perspectiva no deja de resultar anecdótica porque la realidad me parece bien diferente. La moderna ingeniería propicia la existencia de vehículos cada día más sofisticados y también complejos, tanto en su diseño como en su producción. Y es así como también se multiplican las posibilidades de que algo pueda fallar.
Desde luego que no debería ser así y esa excelencia es la que buscan los fabricantes. El riesgo cero, sin embargo, no existe y de cuando en cuando se dan a conocer estos defectos que las marcas deben subsanar en complicadas operaciones de revisión de cada uno de los vehículos (en ocasiones pueden llegar a afectar a miles de unidades). Por supuesto que se trata de campañas gratuitas para el cliente, que tan sólo deberá acudir al concesionario que le corresponda (en ocasiones comprobando previamente si su vehículo se encuentra afectado) para que solventen el fallo. Es decir, una pequeña molestia asumible cuando se trata de garantizar la calidad que el usuario ha pagado y exige.
Personalmente me tranquilizan estas prácticas, muy lejos de inquietarme. Saber que las empresas del sector velan por sus clientes (y por supuesto también por sus intereses) creo que es la única alternativa posible para afrontar estas situaciones que, desde luego, no dejan de ser delicadas. Rectificar es de sabios, dicen, y hacerlo en el caso que nos ocupa sirve para evitar males mayores. Me parecería mucho más preocupante que jugaran al disimulo, que mirasen hacia otro sitio e intentaran ocultar algo que puede ocurrir… aunque no debiera. Luz y taquígrafos para que nadie se sienta defraudo y, por el contrario, pueda seguir conduciendo con absoluta normalidad y lejos de riesgos.
Y si consideramos la cantidad de piezas, sistemas, mecanismos, dispositivos y procedimientos que se utilizan en la fabricación de un vehículo podemos constatar que la incidencia de este tipo de problemas es realmente mínima, no diría que insignificante porque asuntos así nunca lo son, pero desde luego distan mucho de cualquier alarmismo injustificado. Si algo no funciona, toca arreglarlo. Algo tan simple y evidente que rasgarse las vestiduras porque suceda no tiene sentido. Siempre y cuando no se convierta en tendencia en una determinada empresa, lo que por fortuna no suele ocurrir…
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