La descubrí hace no mucho pero ya he pasado varias tardes en su compañía. ‘Why we ride’ no es una película de motos, es una historia de emociones, sensaciones y pasión. Su lanzamiento fue en 2013 pero no ha sido hasta este año cuando ha estado disponible, al menos legamente (es la única forma en la que entiendo disfrutar del cine, al igual que cualquier otro contenido con derechos de autor, soy así de antiguo). Pensaba que sería una réplica de la legendaria ‘On any Sunday’ (cuya secuela también se estrenó el pasado año) y en cierto modo así es; sin embargo, creo que en muchas aspectos el planteamiento de su director, Bryan H. Carroll, y la realización supera a la anterior obra de referencia en este género.
La crítica cinematográfica no es lo mío, vaya por delante, pese a lo que me he decidido a compartir con vosotros este comentario sobre una peli que me parece indispensable para cualquier apasionado al motociclismo. Quizá la mayoría de los motoristas no necesiten respuestas a una pregunta tan obvia como por qué pilotan, lo que no quiere decir que no haya formas maravillosas para encontrarlas y exponerlas. Y eso es precisamente lo que consigue ‘Why we ride’, con una maestría que resultan tan emocionante como cautivadora.
Los protagonistas del documentan son en su mayoría (algunos rostros populares del mundo de las carreras también se cuelan en el guión) aficionados anónimos que explican lo que la moto llega a aportarles en su vida. Testimonios reales agrupados por temáticas concretas, como los comienzos, la familia o la superación, transmitidos con la sinceridad de que tiene muy claro lo que siente cuando se pone al manillar de una moto. Da igual que sea un domingo para ir de excursión con los amigos, para competir motocross o dar la vuelta al mundo… Hay algo tan especial en esa experiencia que sólo quienes la sienten pueden compartir y seguramente también son los únicos que la pueden llegar a entender.
Encontramos historias increíbles, otras divertidas, todas emocionantes, cargadas de pasión, de ilusión y de sentimientos excepcionales que van mucho más allá de la utilización de un vehículo. No se trata de ir de un sitio a otro, sino de cómo hacerlo y cómo disfrutar de cada metro que se recorre. No importa el destino (cuando lo hay, que a veces ni eso), el propósito y ni siquiera la moto. Esto va de otra cosa, muy diferente, muy especial…
Entiendo y asumo que para muchos puede resultar complicado encontrar tanta mística a una actividad que se antoja prácticamente mecánica: acelerar, cambiar de marcha, frenar, trazar la curva… Si piensas así, tampoco deberías ahorrarte ver ‘Why we ride’ porque su calidad cinematográfica me parece excepcional y creo que disfrutarás de las increíbles imágenes con las que nos deleita. Pero si entiendes de lo que estoy hablando en estas líneas, entonces sí, tengo que rogarte encarecidamente que no te pierdas este homenaje a una pasión que nos hace tan felices de una forma tan simple.
Cada vez que he visto ‘Why we ride’ he tenido varios momentos de cosquilleo en el estómago, piel erizada o nudo en la garganta. En mi opinión, como decía al principio, supera a las dos entregas de ‘On any Sunday’: a la primera, porque su condición de original de los años 70 le cobra el tributo de unos recursos técnicos y de producción limitados; a la segunda (ya sin ese condicionante, por razones obvias de la evolución de este arte, además del apoyo de la mismísima productora de Red Bull), porque la emotividad que desprende esta nueva propuesta me resulta más cercana, honesta y real. Gente como tú o como yo, capaz de vivir la moto de la forma que sólo pueden hacerlo aquellos que han hecho de la moto su vida. Y no se trata de pilotos, dinero, fama o gloria; hablamos de experiencias que suponen un regalo impagable cada vez que se disfrutan. De eso y no de otra cosa va ‘Why we ride’.
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