En el año 1995 Yamaha lanzó su XJR 1300, una propuesta con una fisonomía que recordaba fielmente a las motos de 20 años atrás. Una época en la que una moto deportiva podía ganar una carrera para modelos de serie y servía también para irse de excursión el fin de semana. La firma de los tres diapasones pone ahora al día su modelo, y ha contado con la colaboración de algunos de los más prestigiosos preparadores para dar nuevos aires a su moto.
Nostalgia con marcha
La XJR ofrece también una versión especial. Se llama Racer y se dirige a los aficionados de las motos vintage. Es como una redición de los modelos deportivos de los años setenta. Cuesta 1.200 euros más (12.199) y destaca por su estilo genuino y calidad de ejecución.
El depósito de combustible se ha estilizado, aunque mantiene su capacidad de 14,5 litros, y se une con el asiento dibujando una línea que pretende potenciar una imagen más musculosa. El manillar es más ancho y está más cerca del piloto, y en la parte trasera hay un nuevo colín que aligera el conjunto con un diseño más deportivo. También encontramos detalles que recuerdan a los modelos de competición de los años setenta, como las tapas laterales en aluminio cepillado con entradas de aire protegidas por una malla de acero. Sale por 10.999 euros.
El mismo corazón
El motor es el fiable tetracilíndrico de la XJR de siempre, que cuenta con 1.251cc y rinde 98 CV a unas conservadoras 8.000 revoluciones, y ofrece un par motor alto, acorde a su cilindrada: 108 Nm. El bastidor también es el mismo, de doble cuna de acero, pero incorpora un nuevo soporte motor que absorbe las vibraciones y proporciona un mejor confort de marcha.
La horquilla de la suspensión delantera lleva un tratamiento antifricción para favorecer la suavidad de funcionamiento, y la posterior se apoya en un excelente conjunto de amortiguadores de gas de muy alta calidad, de la marca Öhlins.
Una buena excursionista
Se han recorrido 300 kilómetros por todo tipo de carreteras, alternando las dos variantes de la XJR, normal y Racer. La primera va prácticamente igual que la anterior, con ese motor de gran cubicaje siempre de respuesta pletórica, y un chasis que otorga un comportamiento noble y agradable. Se podría decir que rueda incluso un poco mejor que antes, aunque se sigue echando de menos el asiento original, más amplio, plano y con mejor mullido que el nuevo. La Racer, por su parte, regala una estética más sugerente y obliga a adoptar una postura algo más incómoda.
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