Ducati presenta cuatro modelos diferentes, la más básica Icon, la Urban Enduro, la Full Throttle y la Classic, todas con idéntica base y distintas interpretaciones que afectan solo a detalles estéticos. Además, ponen a disposición de los usuarios accesorios originales para personalizar la moto con manillares más bajos y planos, tapas laterales diferentes, guardabarros más o menos envolventes, llantas, etcétera. Igualmente han diseñado una completa colección de ropa y complementos para conductor y pasajero.
Técnica contrastada
El motor es el conocido bicilíndrico Desmodue de dos válvulas, refrigerado por aire/aceite de 803 cc, alimentado por un sencillo sistema de inyección electrónico con toberas de 50 milímetros, empleado en la Monster e Hypermotard 796. Rinde 75 CV a 8.250 rpm y se ha suavizado su respuesta con un perfecto equilibrado y unos retoques en la distribución con menor cruce de válvulas. El cambio es de seis velocidades y cuenta con sistema de embrague anti rebote.
El bastidor es un multitubular de acero que se atornilla solidariamente a los cárteres del motor, el basculante con forma de boomerang es de aluminio y el amortiguador va anclado en el lado izquierdo. De la suspensión delantera se encarga una horquilla invertida sin reglajes de 41 mm de diámetro y 150 mm de recorrido. El equipo de frenos es igualmente sencillo: un solo disco en la rueda delantera de 330 milímetros y detrás otro de 245. Lleva sistema ABS de serie y el conjunto se mostró con una solvencia más que suficiente para detener sin problemas los 186 kg que pesa la Scrambler.
De paseo
Es muy manejable y su peso y acertado reparto le dan un tacto ligero para ser una “ochocientos”. Se mueve con sorprendente facilidad en los cambios rápidos de dirección, se siente ágil y eso favorece su manejabilidad ciudadana, donde rueda con enorme soltura entre los coches.
En autopista y autovía el alto y ancho manillar no ayuda para adoptar una postura muy aerodinámica, aunque siempre se puede cambiar dentro del amplio surtido de accesorios. Tiene una velocidad punta que sobrepasa los 200 kilómetros por hora reales (204 para ser exactos) y, a velocidades legales, la Scrambler va sobrada.
Donde mejor se encuentra es en trazados de montaña, puertos plagados de curvas y rutas comarcales de segundo orden. Ahí la Scrambler da muy buena cara y demuestra que es una auténtica Ducati. Su único disco delantero frena bien, el chasis se aguanta mucho y el bicilíndrico, sin forzarlo a tope de revoluciones, pero manteniéndolo siempre por encima de 3000 rpm, va como la seda. Su buen par motor acelera con presteza y su potencia no pone en apuros una parte ciclo muy equilibrada. Lo único que se le puede achacar es que rozan las estriberas con cierta facilidad en las curvas.
Su consumo es otro factor que sorprende gratamente: a 120 km/h mantenidos apenas superó los cinco litros cada 100 kilómetros, y con algo de ciudad, carretera y algunos buenos momentos de conducción en montaña, se plantó en los seis litros a los 100.
La apuesta de Ducati es firme y su éxito de ventas les da la razón. La Scrambler es una naked de última generación con estética retro-vintage bien conseguida, con buenas cualidades, a un precio razonable y se puede limitar para el carné A2.
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