Dos híbridos completos, el Toyota y el Honda, y dos híbridos ligeros, el Mazda y el Hyundai, todos con etiqueta ECO. Los primeros equipan un motor de gasolina, de 2.5 y 2.0 litros, y otro eléctrico, que sirve de ayuda, y suman 218 CV en el RAV4 y 184 en el CR-V. Y tienen un cambio automático de una relación que funciona como el de escúteres y tracción delantera. Añaden unas baterías que se recargan en marcha, y permiten trayectos cortos y maniobrar en modo eléctrico. Y ofrecen varios modos de conducción —EV (eléctrico), ECO y Sport en el Honda, y uno más, Normal, en el Toyota—, que varían la electrónica.
El Mazda equipa un motor 2.0 de gasolina y 122 CV, y el Hyundai un 1.6 turbodiésel de 136, ambos con cambio manual de seis marchas. Y añaden un módulo microhíbrido más sencillo, ligero y económico, con un motor eléctrico de apoyo y unas pequeñas baterías que ayudan al motor de combustión al arrancar desde parado y recuperan energía al frenar para gastar menos. Pero no son tan eficientes, al menos en ciudad.
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El Toyota impone su mayor cilindrada y potencia, y ofrece las mejores prestaciones, que se aprecian en las subidas y al adelantar. Y aunque el cambio sigue patinando si se acelera con decisión, ya no resbala tanto. El CR-V es más inmediato al acelerador, pero luego acusa su menor potencia y tarda más en lanzarse. El Hyundai y el Mazda funcionan como un coche normal y no se nota el módulo microhíbrido. Pero no son tan potentes y, aunque pesan unos 250 kilos menos, tienen prestaciones algo inferiores, sobre todo al recuperarse desde bajo régimen, aunque luego se les acercan mucho. Y mientras el japonés es muy fino y progresivo subiendo de vueltas, el coreano impone el empuje del diésel.
Todos ofrecen un buen comportamiento en trazados amplios y autopista, circulan con aplomo y dan seguridad. Pero en zonas viradas el peso pasa factura. El mejor y más eficaz es el Mazda, que se acerca a las reacciones de los turismos: tiene menos inercias y gira más plano en las curvas. Le sigue el Hyundai, que va muy bien, pero al ser 12 centímetros más alto no se muestra tan ágil y balancea más. El Toyota y el Honda miden otros dos centímetros más de altura que el Tucson, lo que, junto a su mayor peso, limita sus reacciones e invita a conducir más tranquilo sin forzar. Pero el RAV4 es más estable y manejable en curva, mientras el CR-V tiene una dirección lenta y acusa más las inercias y balanceos.
En los frenos también se nota el peso, y domina el Tucson, en parte por sus grandes ruedas. Le sigue el Mazda, y el Toyota es el que necesita más metros en un apuro. El CX-30 tiene el tacto más suave y exquisito, pero le penaliza el cambio manual, que tiene las marchas muy largas y obliga a usarlo mucho. Y al final, el RAV4 ofrece la mejor calidad de conducción, seguido de los otros tres, que están muy igualados entre ellos.
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