Estos cuatro modelos tienen tamaños y planteamientos muy diferentes y poco comparables, pero comparten algo en común: buscan las emociones de sus propietarios y ocupantes, ya sean estéticas o lúdicas, incluso a costa del sentido práctico que priorizan la mayoría de los automóviles del mercado. Los descapotables han sido siempre coches de capricho más caros que sus equivalentes cerrados. Y en España luchan contra un clima poco apropiado: el calor no invita a circular a cielo abierto en verano, y la primavera y el otoño, más favorables, duran en casi todas las regiones menos de lo que indica el calendario.
Conclusión
Se impone el DS3 Cabrio porque tiene la mejor relación entre calidad y precio: aporta una línea atractiva, las mejores prestaciones y no es tan caro. El Beetle tiene más presencia e incluye un equipo de serie superior con un cambio automático impecable, pero le penaliza el precio. El Roadster es muy ágil y deportivo, gasta menos y ofrece un maletero mayor, aunque con solo dos plazas y un equipo de serie más justo. Y el Abarth ofrece una imagen muy original y el mejor equipo de seguridad, pero con una suspensión más enérgica e incómoda y un precio alto.
Esta prueba incluye a cuatro de los últimos cabrios que han salido a la venta. Todos priman el diseño y la estética para seducir con la imagen, pero proponen conceptos diferentes. El Abarth es el más pequeño y tiene un planteamiento más urbano. El Mini Roadster sacrifica las plazas traseras para ofrecer una silueta rompedora y también mira a la ciudad. El Citroën DS3 Cabrio es más funcional y asequible. Y el VW Beetle Cabrio tiene un tamaño mayor y está mejor dotado para viajar.
El Citroën consigue la mejor puntuación apoyado en un diseño atractivo, precios más competitivos, y prestaciones algo mejores. Tiene un maletero de acceso complicado y unas plazas traseras con poca altura. Pero se comporta bien y es seguro y divertido de conducir. Se vende con tres motores de gasolina: 1.2 VTi de tres cilindros y 82 CV (desde 17.930 euros), 1.6 VTi de 120 CV (21.300) y 1.6 THP (turbo) de 155 CV (22.850). Además, hay un 1.6 e-HDi turbodiésel de 90 CV (21.540). Los precios incluyen descuentos, pero no el Plan PIVE 3.
El VW Beetle Cabrio queda segundo y aporta una imagen con estilo propio que actualiza el carisma del ‘escarabajo’ descapotable original. Es el más cómodo y silencioso, y se conduce con el mínimo esfuerzo, pero le penaliza el precio, muy superior. Se vende con tres motores TSi de gasolina: 1.2 de 105 CV (desde 24.200 euros), 1.4 de 160 CV (29.490) y 2.0 de 210 CV (32.890). Y hay dos turbodiésel, 1.6 TDi de 105 CV (26.830) y 2.0 TDi de 140 CV (30.450).
El tercer invitado es el Mini Roadster, la versión biplaza que completa al Mini Cabrio. Ofrece una línea original y valiente que le distingue de cualquier coche de su tamaño y su comportamiento ágil y deportivo divertirá a quienes disfrutan al volante. Pero es el menos práctico y viene peor equipado. Se vende con tres versiones 1.6 de gasolina: Cooper de 122 CV (24.300), Cooper S de 184 CV (29.500) y JCW de 211 CV (34.700). Y hay un 2.0 SD turbodiésel de 143 CV (29.500 euros).
El Abarth 595C es la versión descubierta y más deportiva del Fiat 500. Tiene toda la gracia y simpatía de su hermano y añade un techo de lona, una decoración de ‘carreras’ y una mecánica potenciada con suspensiones acordes. Pero es radical y nervioso de reacciones, y caro para su tamaño. La gama tiene tres motores: 1.4 de 135 CV (18.530 euros), 1.4 Secuencial de 140 CV (20.250) y 595 Turismo 1.4 de 160 CV (desde 22.650).
Conducción
El Beetle Cabrio es el más convencional. No busca la deportividad en la conducción, aunque sus prestaciones permiten viajar a buen ritmo y el comportamiento está también a la altura. Su motor 1.4 TSi con compresor y turbo (160 CV) es la referencia en su cilindrada. Y con el cambio automático DSG de siete marchas accionable desde el volante ofrece una respuesta impecable y progresiva en todos los regímenes. Así, circula con igual agrado en ciudad, carretera y autopista: tiene siempre nervio y cambia en un suspiro.
El DS3 Cabrio es el más parecido al modelo cerrado del que deriva: solo añade una lona plegable en el techo. Equipa un motor 1.6 turbo (156 CV) de origen BMW con las mejores prestaciones de esta prueba. Responde con alegría y contundencia desde 2.000 vueltas y tanto en aceleración como en recuperación reacciona con brillantez y supera a sus rivales. El cambio de seis marchas tiene un tacto firme y directo que refuerza su carácter.
El Mini Roadster es el único sin turbo, una desventaja en prestaciones. Pero no supone un problema, porque va muy bien y responde con cierto carácter, en especial en conducción deportiva. Comparte el motor 1.6 del DS3, pero sin turbo, rinde 122 CV y lleva un cambio manual de seis marchas bien resuelto. Y aunque corre menos, se defiende sin apuros en todas partes y viaja y adelanta con desahogo.
El Abarth 500C es un coche muy especial y más la versión 595 de la prueba, que eleva la potencia del motor 1.4 de 140 a 160 CV y lleva un cambio automático con levas en el volante, aunque de solo cinco marchas. Empieza a empujar con fuerza a 2.000 vueltas dejando sentir el turbo con contundencia, una virtud para los conductores más deportivos. Pero el cambio es brusco y lento, sobre todo en modo automático, e invita a usar las levas, porque resulta más rápido y agradable. Sin embargo, la potencia manda y el Abarth supera al Mini en prestaciones y se acerca al VW, más pesado.
Todos tienen un comportamiento eficaz, con buenas velocidades de paso por curva y sin las carencias de los viejos cabrios (falta de rigidez, vibraciones, crujidos estructurales…). Pero el Mini aporta un tacto más deportivo: el eje delantero entra muy bien en las curvas en cuanto se gira el volante y el trasero ayuda a trazar. Es el más ágil y directo en zonas enlazadas, aunque puede resultar nervioso para conductores tranquilos. El Abarth no tiene compromisos y está pensado para quienes buscan emociones. Su corta distancia entre ejes y unas suspensiones muy firmes lo convierten en un juguete de reacciones instantáneas. Va muy bien en zonas estrechas y viradas, pero en carreteras rápidas y autopista, sobre todo con mal piso, rebota y resulta demasiado vivo e impreciso.
El DS3 y el Beetle son más grandes y se nota. El primero es más deportivo y emocional, aunque no es tan ágil como los más pequeños. Le cuesta más entrar en las curvas, el eje trasero tampoco ayuda, pero se muestra noble. El VW recuerda al Golf y balancea más que los demás, pero es el más fácil de conducir y tiene una calidad de conducción superior. Todos frenan bien, aunque los dos pequeños son más nerviosos de atrás en caso de emergencia.
Consumos
Todos tienen motores de gasolina con turbo (salvo el Mini) más variables que los atmosféricos en los consumos. Así, el Roadster es el que menos ha gastado en la prueba: no llega a siete litros a ritmos suaves, los supera por poco en ciudad (el único con Start&stop) y sube a nueve estirando las marchas. El Citroën ha consumido medio litro más en conducción tranquila y apurando el cambio, y ocho litros en ciudad. El VW gasta ocho en conducción suave, nueve en ciudad y 10 si se le exige. Y el Abarth consume igual en ciudad y a ritmos suaves, y pasa de 10 si le exprime. Las emisiones de C02 no son bajas: 133 g/km en el Mini, 137 en el Citroën, 151 en el Abarth y 158 g/km en el VW.
Precios y equipamiento
El Abarth viene más equipado de serie, con siete airbags (uno de rodilla para el conductor). El Citroën tiene seis, y el VW y el Mini cuatro: la capota impide fijar los de cortina. Todos llevan ABS y control de estabilidad ESP, y el Roadster suma el sensor de presión de ruedas. En cambio, el Beetle y el DS3 ofrecen un comportamiento más noble y seguro. El Mini resulta más nervioso y el Abarth exige más técnica y atención al conductor.
Todos son caros, como pasa siempre con los cabrios , pero el DS3 es más asequible (22.450 euros con descuento del mes pero sin PIVE 3). Le siguen el Roadster (24.300), el Abarth (26.100) y el Beetle (31.540), que es más grande y justifica en parte el sobreprecio. Aparte de este detalle y el equipo de seguridad, todos vienen de serie con aire acondicionado, ordenador de viaje (158 euros en el Mini), radioCD con mandos en el volante, elevalunas y retrovisores eléctricos, sensores traseros de aparcamiento (salvo el VW) y llantas de aleación de 17 pulgadas (15 en el Mini). El DS3 y el Beetle añaden control de velocidad y climatizador, y este y el Roadster tienen capotas eléctricas (semiautomática en el último). Pero los mejores equipados son el Abarth y el Beetle. El 595C suma faros de xenón, y el VW, cambio automático DSG, pantalla táctil en la consola central y sensor de lluvia.
Vida a bordo
El Mini Roadster es el único biplaza y los demás se anuncian con cuatro y hasta cinco plazas (DS3), pero en la práctica, las traseras son siempre incómodas. Todos tienen buenas butacas delante, en especial el Beetle. Las del DS3 y el Roadster sujetan bien, como las del Abarth, pero este tiene una banqueta más estrecha y obliga a mantener una posición erguida que aumenta las inercias del cuerpo en las curvas. Detrás hay más matices. El VW está diseñado para dos personas y al ser más grande tiene más espacio para las piernas. Pero lleva un respaldo muy vertical para dejar sitio detrás a la capota cuando se pliega, lo que penaliza el confort de los pasajeros y solo permite hacer trayectos cortos. El DS3 es el único que anuncia cinco plazas, pero atrás solo caben dos. El asiento posterior es el más cómodo para viajar, pero solo si se mide menos de 1.60 metros: de lo contrario se toca con la cabeza en el techo. Y en la práctica solo sirve para niños. El Abarth sorprende, porque pese a su tamaño, caben dos adultos atrás de menos de 1,80: los más altos tocan con la cabeza en los lados y el techo. El Mini prescinde de las plazas de atrás, pero ofrece a cambio el mejor maletero, y con una boca de carga generosa. El del Beetle es el segundo mayor, pero con formas irregulares y una trampilla pequeña que exige maña para colocar el equipaje. Y el récord se lo lleva el DS3, con una tapa de acceso minúscula que impide meter maletas grandes: es mejor cargar desde dentro plegando los respaldos. El Abarth tiene una boca correcta, pero el maletero es simbólico.
El Beetle y el DS3 están mejor acabados, con una calidad de materiales y ajustes superior. El VW presenta un ambiente ‘retro’, con el frontal del salpicadero de chapa, como el original. El Citroën es más vanguardista y lleva la consola lacada en negro y un estilo más deportivo. El Mini mantiene el toque ‘retro’ de sus hermanos, pero la capota está mal rematada y deja el varillaje a la vista. Y el Abarth es muy colorista y deportivo, y tiene el salpicadero de chapa, pero los ajustes son mejorables. El Beetle es también el más cómodo en todas partes y filtra bien. El Mini y el Citroën son confortables en pisos buenos y algo secos en los bacheados. Y el Abarth tiene una suspensión más enérgica y radical que rebota mucho en los baches. Con la sonoridad sucede igual: el VW es silencioso, el Citroën es correcto, en el Mini hace ruido la capota y el Abarth deja escuchar toda la mecánica. En las capotas hay diferencias. El Abarth y el DS3 son cabrios más estéticos que reales: solo llevan un techo de lona que se pliega detrás del respaldo posterior junto a la luneta trasera, pero mantienen el lateral de chapa y las ventanillas traseras fijas. El Roadster y el Beetle tienen capotas clásicas y se abren al completo. El primero exige girar una palanca y la del VW es automática (tardan 5 y 14 segundos). Pero para disfrutar a cielo abierto no conviene pasar de 100 km/h, porque molestan las turbulencias y obligan a instalar mamparas de protección que en el Mini cuesta colocar (no encaja bien) y en el Beetle anula las plazas traseras.
Sigue toda la información de EL MOTOR desde Facebook, Twitter o Instagram