Así imaginaban los coches voladores a principios del siglo XX

El ser humano sueña con los coches voladores desde la misma concepción del automóvil, y así lo demuestran estas recreaciones de patentes, que van de 1912 a 2016.

coches voladores
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El coche volador de Henry J. Snook (1912)

Este diseño apostaba por un chasis de autobús con dos rotores anclados al mismo, con una forma similar a la de dos sacacorchos de grandes dimensiones. Vía Lease Fetcher.

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El coche volador de Bruce L. Beals (1939)

Concebido como un vehículo ligero con un diseño más similar al de un coche actual, podría operar como un vehículo convencional en tierra (las patentes muestran ejemplos con tres y cuatro ruedas), pero cuenta con una estructura superior con alas y un rotor para moverse en el aire. El sistema de suspensión presentaba refuerzos para hacer más llevaderos los aterrizajes.

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El coche volador de Einarsson Einar (1959)

Su imagen toma como punto de partida las berlinas de la época, ya que la idea era que en tierra circulara como una de ellas. Al transformarse a modo volador, la carrocería se sobreelevaba dejando hueco a los dos propulsores, cuyas hélices se encontraban ocultas en sendos compartimentos, tanto en el frontal como tras la cabina.

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El coche volador de Jung-Do Kee (1996)

Parecido a un compacto actual, esta patente ubica el motor en la trasera, unido a unas enormes alas que sobresalen de la carrocería. Además, añade dos estabilizadores a la altura de los pasos de rueda delanteros.

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El coche volador de Bradford Sorensen (2001)

Se trata de uno de los diseños más arriesgados y con una propuesta más diferenciada: en lugar de optar por hélices o rotores, el vehículo utiliza un sistema de láminas que absorben el aire a su alrededor creando una diferencia de presión entre la parte inferior del vehículo y la superior, que hace que este se eleve.

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El coche volador de Cheng Ji (2001)

La tecnología de este modelo está inspirada por la naturaleza y no solo funciona por el aire o en la tierra (en este caso, las alas se pliegan para entrar dentro de un carril convencional), sino que también puede actuar como vehículo submarino utilizando las alas como hélices.

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El coche volador de Larry D. Long (2003)

Toma como base el diseño de un vehículo convencional, pero, al contrario que anteriores ejemplos, confía en propulsores verticales y horizontales, lo que le permite despegar en plataformas más pequeñas, facilitando su uso en entornos urbanos.

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El coche volador de Akash Girendra (2016)

Siendo el más moderno, toma como referencia los drones, optando por una configuración de cuatro rotores que contribuyen a su estabilidad y facilitan su maniobrabilidad. Los despejes y los aterrizajes son verticales.

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