Cómo prevenir la corrosión de la carrocería de tu coche

La pintura de nuestro coche es un indicador claro del valor del mismo, al menos para cualquier comprador interesado en la segunda mano.

Podemos decir que el estado de la carrocería y de la pintura del coche transmite cómo lo estamos cuidando, y aporta mucho al valor que retiene el vehículo pensando en una hipotética venta: si está perfecta, el efecto psicológico es que el coche está muy cuidado; si está deteriorada, si está descolorida o si la carrocería presenta corrosión, tendemos a pensar que el coche está muy descuidado y le daríamos menos valor.

Esto es algo similar a lo que ocurre con el interior, con el estado de la tapicería y el olor del interior del coche. Si pensamos en venderlo tras un período de uso, debemos tener cuidados especiales con la carrocería. Y aunque no pensemos en venderlo, cuidar la pintura y evitar la corrosión ayuda a conservarlo durante más años en buen estado.

¿QUÉ ES LA CORROSIÓN EN LA CARROCERÍA DEL COCHE?

Cuando el metal de la carrocería queda expuesto al oxígeno del aire, normalmente porque desaparece la pintura o porque hay algún defecto de acabado que deja una pequeña superficie de la carrocería al aire, la reacción química entre el oxígeno y el metal produce óxido. Ese óxido va ganando terreno poco a poco y pasa de ser un detalle sin importancia, a convertirse en un verdadero problema.

A nadie le gusta ver en su coche un “roto”, una marca de óxido que sabemos que va a degenerar en un agujero en la chapa, con el tiempo. Partiendo de que el óxido se genera cuando el metal queda expuesto al oxígeno (ya esté en el aire, el agua o cualquier otro medio), estas son las causas más frecuentes de oxidación de la chapa (o los aceleradores de dicha reacción química):

1.- En la fase de soldadura: si se funden las chapas y no se tiene cuidado, la reacción del oxígeno con esas altas temperaturas provocan una preoxidación, que luego se agrava con el tiempo.

2.- El contacto del agua con la chapa acelera el proceso, pues permanece más tiempo, por lo general, y se potencia la corrosión.

3.- La humedad, aunque está relacionada con el agua, es casi peor porque se trata de gotas más pequeñas todavía que se infiltran en todas partes y permanecen también mucho tiempo presentes. Es frecuente la corrosión por humedad en las zonas de costa, si no se guarece el coche en un garaje, por ejemplo.

4.- El barro es otro agente agresivo con la chapa porque mantienen más tiempo la humedad en contacto con el metal.

5.- La sal es muy corrosiva, por eso cuando viajamos por carreteras donde nieva, o ha nevado, y están llenas de sal es muy recomendable lavar el coche al término del viaje. Hay que tener especial cuidado con lavar los bajos del coche.

6.- La gravilla es un agente que propicia la corrosión porque provoca “lesiones” en la pintura, y esas lesiones dejan expuesto el metal. Pueden producirse porque nosotros mismos levantamos la gravilla a nuestro paso (y en ese caso es más frecuente que las lesiones estén en los bajos, paso de rueda o la parte interior de las aletas), o porque otros coches la proyectan sobre nuestra carrocería.

A la vista de las causas frecuentes de corrosión, los cuidados que debemos tener son bastante evidentes. Lo primero es tener localizado cualquier resquicio, golpe o arañazo de la pintura y arreglarlo; seguidamente, si podemos examinar los bajos del coche podremos ver cualquier posible foco de corrosión y tomar medidas; además, mantener el coche bien limpio y eliminar las trazas de barro, sal o cualquier otro elemento (nieve, por ejemplo) ayuda a frenar cualquier proceso corrosivo.

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