Creo que hace como unos veinte años que conozco a Alicia Sornosa. Hija del gran ‘Correcaminos’, Jaime, piloto de relumbrón en las carreras nacionales de automovilismo tres décadas atrás, siempre ha tenido una pasión irrefrenable por el mundo del motor. Me sorprendía que una chica (espero que no lo toméis como un comentario machista) mostrara ese interés por cualquier artilugio que pudiera arrancarse, tanto en su tarea periodística como en sus incursiones de piloto. En este caso era obvio aquello de que de casta le viene al galgo, pero a mí me parecía admirable esa entrega de Ali a la causa.
Hace unos meses, Alicia me llamo y me dijo que iba a darse la vuelta al mundo en moto. Así, sin anestesia ni tiempo para digerirlo. Yo pensé que era un proyecto a medio plazo, para madurar y trabajar en él. Pero no. “Empezamos en poco más de un mes”, me explicó. Yo no podía dar crédito. Había conocido a Miquel Silvestre, viajero impenitente, se había contagiado de su entusiasmo y había decidido unirse a su proyecto de la “Ruta de los Exploradores Españoles Olvidados”. Así que se puso a buscar los recursos necesarios (ardua tarea), a preparar su propia BMW F 650 GS (a la que bautizó como ‘Descubierta’) y también su cuerpo y su mente para semejante desafío.
Ahora que creo que no me escucha (anda por Australia), puedo reconocer sin ningún rubor mi error: tenía el convencimiento de que Alicia estaría de vuelta en casa en un par de meses. Pensando en la magnitud del reto y en la precipitación para afrontarlo, albergaba serias dudas sobre su preparación para realizarlo con éxito. Y en este caso, nada que ver con que sea una chica… Me parece tremendo lanzarse a recorre el mundo en moto en cualquier condición y creía que sólo unos cuantos superdotados podían alcanzar este sueño. Y, sinceramente, no encuadraba a nuestra protagonista en ese reducidísimo grupo, como prácticamente haría con la mayoría de personas que conozco (empezando, desde luego, por mí mismo).
Sin embargo, mi amiga Ali sigue ahí… y ahora completamente en solitario. Miquel y ella decidieron hace unas semanas separar sus caminos para darle otro enfoque a la aventura y nuestra chica, lejos de amedrentarse, decidió que era una nueva oportunidad que el viaje, el destino, le daba. Así que está por las Antípodas, ya sin la ayuda de nadie (que desde luego era mutua con su compañero), buscándose la vida para financiar un proyecto tan costoso y superando dificultades que a mí, incluso desde la distancia y cuando la leo cómodamente sentado en el sofá de casa, me espantan…
Ya digo que admiro la vitalidad y la pasión de Alicia desde hace mucho tiempo, pero con esta exhibición me ha ganado definitivamente para la causa. En el deporte estoy acostumbrado a asistir a demostraciones de pundonor, sacrificio e ilusión inconmensurables y la de esta joven madrileña se aproxima mucho a las más grandes y admirables. Ella tenía un sueño y lo está persiguiendo, qué digo, lo está alcanzando. Sufro por ella, lo confieso, porque el mundo es muy grande y hostil, pero día a día me está enseñando que los límites son más los que cada uno nos ponemos que los que realmente existen. Es bajita y parece frágil, sin embargo no lo es.
Por todo ello, me permitiréis que os recomiende el seguimiento de sus andanzas, porque además se lo curra sin descanso y con talento (en ocasiones me da la impresión que está en Chamberí antes que en Adelaida). Tiene su blog (www.aliciasornosa.com) y la podéis encontrar en Facebook y Twitter, lo que deberíais hacer sin dudarlo si os interesan las motos, los viajes, las aventuras, la vida… A mí, al menos, leerla y disfrutar de su coraje y felicidad me hacen a menudo ver un poco menos oscuros estos tiempos difíciles que nos toca vivir. Hay vida, hay ilusión, hay esperanza… Alicia lo sabe y nos lo cuenta.
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