Visto en perspectiva, pocos inventos han resultado tan positivos para la humanidad como el automóvil. Ha acortado las distancias entre las familias, las culturas y los paisajes… Forma parte de nuestro tiempo libre, propicia relaciones y afectos…
Sin embargo, en ocasiones, el coche ha sido también el instrumento elegido por terribles asesinos para perpetrar sus crímenes. Hoy repasamos la terrible trayectoria de algunos asesinos en serie en cuyo modus operandi tuvieron mucho que ver los automóviles…
CHARLES MANSON
El coquetón Ford Falcon del 59
La extrema crueldad de los crímenes del recientemente fallecido Charles Manson hacen parecer algo casi inocente otra de sus grandes obsesiones, que era –además de la música de los Beatles– robar coches.
De hecho, antes de embarcarse en su carrera de criminal en serie, los tropiezos de Manson con la ley estuvieron siempre relacionados con los robos de automóviles, por los que fue encarcelado durante cinco años en 1951 y de nuevo en 1958.
A Manson le gustó tanto el Ford Falcon amarillo del 59 de su pupila Linda Kasabian que lo hizo suyo y lo convirtió en el automóvil desde el que planeó y ejecutó la espiral de sangre, sexo y rock que acabó en nueve asesinatos entre julio y agosto de 1969 en Los Ángeles, liderando una especie de secta satánica conocida como la Familia Manson.
Otro de sus vehículos favoritos fue un viejo camión militar Dodge de 1935 que robó de un rancho y utilizaba como púlpito desde el que se dirigía a sus incautos seguidores. Ese camión, increíblemente, sigue abandonado donde lo dejó Manson en el desierto californiano, y se ha convertido en un punto de encuentro de curiosos y admiradores de este psicópata sangriento.
LA PAREJA GALLEGO
El Dodge Van del terror
El matrimonio formado por Charlene y Gerald Gallego aterrorizaron Sacramento desde 1978 a 1980. Era una pareja atractiva, que se presentaba como liberada sexualmente y buscadora de nuevas experiencias. Con la promesa de compartir una velada de sexo y marihuana invitaban a su furgoneta Dodge decorada con motivos hippies a adolescentes, a las que inmediatamente torturaban y asesinaban tras someterlas a todo tipo de salvajadas.
Con este procedimiento acabaron con la vida de 11 chicas de entre 13 y 17 años, algunas de las cuales fueron enterradas vivas. Gerald Gallego era un verdadero monstruo –hijo también de un condenado a muerte por el asesinato de dos policías– que con 13 años ya había violado a una niña de 6.
Murió de cáncer el 18 de julio de 2002 en la prisión de Nevada mientras esperaba, tras eternas apelaciones, que se ejecutara la sentencia de pena de muerte. Su esposa cumplió una condena de 16 años y salió en libertad en 1997 al considerar el tribunal que había actuado siempre coaccionada por su marido. Actualmente sigue en libertad.
Charlene y Gerald Gallego tienen, además, el dudoso honor de ser uno de los poquísimos matrimonios de asesinos en serie reconocidos por los psiquiatras.
TED BUNDY
El simpático Volkswagen amarillo
Licenciado en psicología y derecho por la universidad de Washington, atractivo, refinado y encantador… Theodore Ted Robert Cowell Bundy se aprovechaba de su buena apariencia y agradables modales para ganarse la confianza de sus víctimas y lograr que subieran sin miedo a su simpático Volkswagen Escarabajo.
El pretexto de un viaje romántico o un simple paseo amistoso eran siempre el primer paso de una aterradora serie de crímenes que comenzó el 4 de enero de 1974 y convirtió a Bundy en el mayor asesino de mujeres en la historia de los Estados Unidos.
El ‘Rodolfo Valentino de los asesinos’, como lo bautizó la prensa, fue ejecutado en la silla eléctrica el 24 de enero de 1989 tras 36 asesinatos confirmados… aunque la policía sigue creyendo que quitó la vida, violó y torturó a más de 100 mujeres.
Su Volkswagen, por cierto, se exhibe en el National Museum of Crime & Punishment de Washington DC.
JOHN ALLEN MUHAMMAD
La muerte llegaba dede el “Chevy” Caprice
Este exmarine, veterano de la Guerra del Golfo y convertido posteriormente al Islam, convirtió su anodino Chevrolet Caprice del 90 en un puesto rodante de francotirador desde el cual asesinó a 10 personas únicamente en tres semanas –entre el 2 y el 22 de octubre de 2002– que enloquecieron a la policía de Washington.
John Allen y su cómplice Lee Boyd Malvo (menor de edad y a la sazón su hijastro) transformaron su coche de modo que el asiento trasero podía abatirse dando acceso a los ocupantes al maletero para, tumbados en el interior del mismo, apuntar y disparar un rifle con mira telescópica a través de un orificio.
El ‘francotirador de Washington’ nunca explicó el porqué de sus crímenes. Frente a algunos psiquiatras que defendían que le gustaba sentirse un Dios con la capacidad de decidir sobre la vida y la muerte, otros investigadores apuntaron a que sus asesinatos no eran más que un sangriento pretexto para matar a su odiada exesposa y otros defendían razones políticas de tipo racial.
Allen nunca las explicó antes de ser ejecutado mediante inyección letal en la Prisión Estatal de Greensville, Virginia, el 10 de noviembre de 2009.
CHRISTOPHER WILDER
El piloto sangriento
El exclusivo ambiente de las carreras de coches está más habituado a la aparición de celebrities y playboys que de asesinos en serie. Sin embargo también los ha padecido. Las azafatas y aficionadas que rondaban por el paddock de los circuitos eran las presas preferidas de este depredador sexual y piloto aficionado que participaba en el campeonato norteamericano IMSA a los mandos un precioso Porsche 911 de resistencia.
Wilder –llamado ‘el asesino de la reina de belleza’ por la condición de una de sus primeras víctimas– se había enriquecido con el negocio inmobiliario de Miami y de febrero a abril de 1984 secuestró, agredió sexualmente y asesinó al menos a ocho mujeres –aunque probablemente fueron el doble– antes de ser acribillado por la policía de New Hampshire durante un tiroteo.
DAVID PARKER-REY
El diabólico rey de los juguetes
David Parker-Rey –un mecánico de aviones de 59 años nacido en Hobbs, Nuevo México– se ganó este aterrador apodo por su gusto por torturar a sus víctimas con todo tipo de utensilios sexuales diseñados por él mismo para causar dolor y a los que se refería como “sus juguetes”.
Esta verdadera bestia circulaba continuamente por todo el suroeste de los Estados Unidos con su caravana Toyota para elegir a sus víctimas. Retenía a las mujeres durante días en el interior de un remolque acondicionado como sala de tortura y las asesinaba tras grabar en vídeo sus tormentos.
Aunque se cree que mató a más 60 mujeres, únicamente en sus correrías entre los estados de Arizona y Nuevo México, nunca pudo ser acusado de ningún asesinato ya que jamás se encontró ni un solo cuerpo, así que solamente pudo ser enjuiciado por secuestro y tortura. La policía cree que llegó a asesinar a más mujeres en México, en Ciudad Juárez. Murió de un ataque al corazón en 2002 mientras esperaba el cumplimiento de la sentencia de 223 años de cárcel por sus terribles actos.
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