La historia de Royal Enfield es apasionante. Su fundación data de 1901, pero se constituyó como marca en Inglaterra en 1909. Aseguran ser el fabricante mundial de motos que se ha mantenido más años en activo: aunque cerraron su fábrica de Inglaterra en 1971, se mantuvo operativa la de Chennai en la India, que produce motos desde 1955. En la actualidad la compañía es absolutamente India, aunque cuenta con un centro de I+D en Gran Bretaña.
En este contexto lanzan la Himalayan, un producto absolutamente inédito desarrollado en este centro tecnológico de Inglaterra. Su motor es un monocilíndrico de 410cc, sencillo de configuración, refrigerado por aire y que rinde 24,5 CV a 6.500 rpm. De mantenimiento simple y concepción tranquila, busca robustez y facilidad de manejo. La entrega de potencia es dócil y constante, con prestaciones que no intimidan y un amplio margen de revoluciones utilizables, motivo por el que el cambio de marchas solo necesita cinco relaciones. Recurre para la admisión a un sistema de inyección electrónico monopunto, que con los 15 litros de gasolina que carga el depósito proporciona una autonomía media de 450 kilómetros.
El diseño del bastidor es obra del conocido especialista ingles Harris Performance, que ahora pertenece a Royal Enfield y son los responsables del conseguido comportamiento dinámico de la Himalayan. La suspensión delantera es convencional y, por primera vez en la marca, utiliza un monoamortiguador trasero. Los frenos son de disco en los dos ejes con sistema ABS Bosch que no se puede desconectar (algo que resultaría valioso para su uso fuera del asfalto). El sillín se encuentra a 800mm de altura, un piloto de talla media (en torno a 1,70 metros) puede plantar con seguridad los dos pies en el suelo.
Una moto manejable
Es una moto de dimensiones proporcionadas aunque no especialmente ligera (185 kilos), la postura es confortable, el reparto de pesos está conseguido y resulta manejable con muy buen radio de giro. El cuadro de instrumentos es grande, de estética retro como el resto de la moto, pero muy completo: lleva incluso una brújula, detalle ciertamente aventurero.
Convence el funcionamiento del motor, redondo, suave, emite un petardeo armonioso, que sale por un silencioso bien acoplado por el lado derecho. El cambio es preciso y al insertar la primera no hace ruidos extraños, inicia la marcha con absoluta dulzura.
La Himalayan exhibe en carretera un comportamiento neutro, aplomado y se mueve con suficiente agilidad de curva a curva. La conexión entre el mando de gas y la tracción en la rueda trasera es bastante directa y en carreteras viradas su conducción resulta divertida. En su faceta turística saca buena nota, la pantalla protege mejor de lo que parece y el confort de marcha es óptimo sin apenas vibraciones en manos y pies.
La velocidad máxima ronda los 140 km/h y puede mantener con facilidad cruceros de 110-120 km/, un buen ritmo para largos viajes. Y le queda su faceta aventurera que sorprende por su eficacia fuera del asfalto, robustez y sencillo manejo. Y todo ello a un precio ajustadísimo de 4.395 euros, imbatible dentro del segmento de las trail.
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